Bilbao

Pilatos

La Razón
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Una de las cosas más sobrecogedoras para el visitante del País Vasco son los carteles con las fotos de los etarras. Te los encuentras en los bares batasunos, presidiendo la barra, pero también en las calles de algunas localidades, o entre las colgaduras de las fiestas. A ninguna persona sana le puede parecer normal la exaltación de los asesinos. Sin embargo, los pobres vascos deambulan entre las imágenes como si no se pudiese hacer nada para quitarlas. El Gobierno de Patxi López ha reducido estos «adornos», aunque siguen existiendo. El Tribunal Supremo ha sentenciado ahora –corrigiendo a la Audiencia Nacional– que la exhibición pública de los rostros de los pistoleros es apología del terrorismo… y ha condenado al demandante a pagar las costas del proceso. Daniel Portero denunció las imágenes de los asesinos de su padre, mostradas en una caseta de las fiestas de Bilbao, pero los jueces dicen que no se sabe quién las colocó allí y que ha de ser él quien corra con el precio del fallo. No se sabe si es un chiste o una broma de mal gusto. No hay derecho. Los de la caseta deberían pagar las costas, por supuesto, y una multa. Por albergar fotos de criminales. El mensaje de los magistrados, por el contrario, es un aviso para navegantes que podría haber sido escrito por Pilatos. Parece decir: «No te molestes en denunciar estas cosas porque sólo te va a costar pasta». Me pregunto si los jueces temen a los propietarios de la caseta. En ese caso deberían perseguirlos en lugar de a Portero.