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Rayo-Sevilla: Ejercicio de supervivencia (2-1)
El Rayo derrota al Sevilla con goles de Michu y Tamudo. Los sevillanos, en el estreno de Reyes, pagaron su desprecio por el juego en la primera parte
Madrid- Lamentará el Sevilla la volea al larguero de Negredo en los últimos minutos. Pero no es ésa la causa de su derrota. El Sevilla llegaba a Vallecas dispuesto a presumir del regreso de Reyes. Sin tiempo casi para entrenarse con sus nuevos compañeros, el ex jugador del Atlético estaba entre los once elegidos desde el comienzo. Había más pose que convencimiento en la decisión de Marcelino, seguro como parece el entrenador sevillista de que la pelota es un elemento secundario. No hace juego el fichaje invernal del conjunto sevillista con el paisaje que lo acompañaba.
Marcelino es uno de esos entrenadores convencidos de que un gol es un error. Propio o del contrario y por eso se esfuerza en proteger su portería con más defensas de los necesarios. Fazio, un central interminable, jugaba por delante de la defensa para acompañar a Rakitic. Y a la izquierda, Luna era un lateral por delante de otro lateral, Fernando Navarro. El campeón de Europa, que una vez pareció la alternativa para el lateral izquierdo de la Selección, ha convertido cada jugada en una pelea sin balón.
Demasiada prudencia en un campo tan pequeño que castiga cada error porque no hay posibilidad de recuperación. Y los errores llegan a veces por el lado menos esperado. Como ayer, Javi Varas. Al guardameta sevillista le cegaron Fazio y el sol al borde del descanso. Eso, o simplemente una mala decisión en la salida. Avisó a Fazio, el argentino se quedó a mitad de salto para no estorbar y el mal despeje del portero lo remató Michu de cabeza a gol.
El pitido del gol se confundió con el del descanso. El Rayo, educado para jugar, demostraba que está preparado también para la pelea. Necesitaba ir a la guerra para derrotar al Sevilla. Y fue. Para eso nada mejor que Tamudo. Se cansó de correr el delantero vallecano y tuvo su premio después de un pase de Piti a la espalda de la defensa. Apuró la carrera y el remate para marcar el segundo.
El Sevilla necesitaba la pelota y, de repente, se pareció a un equipo de fútbol con la entrada de Kanouté. Es un jugador más grande que su equipo y su sola presencia es capaz de transformar un equipo feo y desagradable en algo que se puede ver. Es capaz de dormir en su pecho cada pelota que vuela para repartirla con acierto. Un idioma que sólo Rakitic y Negredo parecían entender en la primera mitad. Perotti y Reyes comenzaron a entenderlo tras el descanso, recién despiertos de la siesta.
Al Rayo le quedaban cuarenta minutos de sufrimiento. Al Sevilla, una angustia continua. Los sevillanos se cansaron de lanzar córners. En uno de ellos, muy mal defendido por el Rayo, llegó el tanto de Escudé.
A los locales les quedaba la esperanza de la cantera. Sandoval había guardado a Lass desde el comienzo a pesar de que lo puede perder un mes por culpa de la Copa de África. Lo que parecía un ataque de prudencia se convirtió en la mejor arma del Rayo. El guineano saltó al campo cuando se agotó Tamudo. Sus compañeros sabían que era su única salida hacia el área sevillista. Y él se esforzó por buscarla. Solo o en compañía de otros. Tuvo la ocasión para marcar el tercero, pero Javi Varas se adelantó a su remate. El Rayo se conformaba con sobrevivir.
Pitos para Reyes en su debut
Regresaba Reyes a su casa sin moverse de Madrid. Se estrenó como titular otra vez con el Sevilla, pero sin demasiada suerte. Tampoco recibió cariño de la grada. Cada vez que tocaba la pelota, era silbado por el público vallecano. No le afectaron para pedir la pelota, tampoco le animaron a pelear más de lo acostumbrado. Se sintió «a gusto», confesaba después del encuentro, aunque no completó los 90 minutos. «Me he marchado por unas molestias por culpa del cansancio», reconoció, aunque no cree que peligre su participación el miércoles en la Copa contra el Valencia. Sobre su adaptación, aseguró: «Con estos compañeros será muy fácil».El técnico rayista, José Ramón Sandoval, se mostró satisfecho por el triunfo: «Este partido solo se podía ganar tirando de casta y orgullo, porque hemos ganado a uno de los grandes».
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