Londres
Los laboristas resignados a perder el poder
Las posibilidades de una alianza de gobierno con los liberaldemócratas disminuyen cada hora que pasa para los laboristas del primer ministro Gordon Brown, que parecen resignarse a verse desalojados del poder tras trece años de ocuparlo.
Mientras que los liberaldemócratas de Nick Clegg negocian con los "tories"un pacto de gobierno que convertiría al líder de estos últimos, David Cameron, en primer ministro, aumentan las dudas entre los laboristas de la viabilidad de una alternativa de signo progresista como la que supondría una alianza laborista-liberaldemócrata.Al hecho de que no bastarían los votos de ambos partidos para alcanzar la mayoría absoluta, con lo que necesitarían el concurso de terceros, entre ellos los nacionalistas escoceses y galeses, que plantearían sus propias exigencias, se suma el rechazo que provocaría en buena parte del electorado el mantenimiento en el cargo de un político tan gastado como Gordon Brown.La prensa derechista sería además inmisericorde con una alianza de ese tipo con Brown al frente, y la sustitución de ése por otro político más popular de su propio partido no resolvería apenas las cosas porque equivaldría a colocar otra vez en Downing Street a alguien que no concurrió como líder del partido a las elecciones.Es lo que ya ocurrió con el propio Brown al suceder automáticamente en junio de 2007 a su correligionario Tony Blair, lo que constituye, según muchos, un mal precedente.Hay todavía algunos dentro del Gobierno que consideran que no está todo perdido y acarician la posibilidad de que fracasen las negociaciones entre liberaldemócratas y tories, lo que les daría la posibilidad de tentar a los primeros con la propuesta de un referéndum sobre la reforma electoral que reclaman.El diario The Guardian cita entre quienes creen aún prematuro arrojar la toalla al influyente ministro para la Empresa, Peter Mandelson, para quien es más lo que los laboristas pueden ofrecerles a los liberaldemócratas que los "tories", de quienes el partido de Nick Clegg está muy alejado ideológicamente.Pero otros ministros y ex ministros consideran, según el periódico, que es mejor rendirse a la evidencia, reconocer la derrota, reagruparse con dignidad y elegir a un nuevo líder laborista.Su cálculo es que la dureza del programa económico que tenga que adoptar el nuevo Gobierno para atajar el enorme déficit presupuestario será tal que los ciudadanos le castigarán en las siguientes elecciones, como pronosticó recientemente el gobernador del banco de Inglaterra, Mervyn King.Eso si la posible coalición resultante de las actuales conversaciones dura cuatro o cinco años dadas las diferencias entre ambos partidos en temas que van desde la UE hasta la inmigración o la justicia social.En palabras de ex ministro laborista del Interior David Blunkett: "Parece que vamos a tener un gobierno de coalición con un socio liberaldemócrata que no cree ni una palabra de los "tories"en relación con Europa, ni en su política económica y que tiene dudas considerables sobre sus propuestas fiscales, pero que se une a los conservadores para ganar cotas de poder".Queda, sin embargo, la posibilidad de que los liberaldemócratas se resistan finalmente al abrazo del oso conservador y se comprometan tan sólo a prestar su apoyo en temas puntuales a un gobierno de minoría de David Cameron. La incógnita sería cuánto duraría.
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