Atlético de Madrid
Club milagro
El Racing, más que un club es un milagro. Está sometido a tensiones económicas y sociales, no se sabe realmente quién es el auténtico dueño y quien lo parece es individuo perseguible de oficio. El equipo, que se ve condicionado por lo que le rodea, responde en el césped como si viviera época boyante. Tras la salida de Héctor Cuper ha habido que improvisar cuadro técnico para dirigir a los futbolistas con los mejores propósitos. Ha plantado cara al Valencia y en la pasada jornada no se dejó ganar por el Atlético.
Al Bernabéu llegó con el mejor espíritu, pero en cinco minutos se vio tan desbordado que encajó el primer gol. El Madrid interpretó la carga de la brigada ligera. Se anunció catástrofe para los racinguistas. Sin embargo, lograron resistir sin encajar otro tanto hasta el minuto 46 y cuando ya había sido expulsado Cisma por dos toques de balón con la mano. Ya se sabe que los árbitros españoles son más proclives a expulsar por un movimiento instintivo reflejo que no daña a nadie que por patada alevosa.
El Racing llegó a incordiar a Casillas y hasta creó un par de peligros. Con sólo diez jugadores, la segunda parte tenía que ser un calvario. En igualdad de condiciones la diferencia ya era enorme y más cuando en el campo estaban Xabi, Kaká, Granero y Özil para compaginar goles con jugadas de calidad. El Racing perdió, pero se defendió con dignidad. Luchará hasta el final para no descender.
Posdata. Salió Di María y marcó el gol de la noche. Excelente reaparición la del argentino.
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