Actualidad
frente a dos años de inacción
Cinco millones de parados, el contador del crecimiento a cero, con un consumo bajo mínimos y la recesión llamando a la puerta, la prima de riesgo desafiante y los mercados de sobresalto en sobresalto constituyen la radiografía de la economía.
MADRID-Pero, ¿qué hizo el anterior Ejecutivo para frenar la crisis? Ningún experto niega el evidente componente internacional de la crisis y tampoco el plus doméstico, tras el estallido de la burbuja inmobiliaria. Pero a día de hoy tampoco se oculta, y mucho menos en el PSOE, la deficiente gestión acometida por el Gobierno saliente. De hecho, los socialistas apuntan a esta deficiente administración como principal causa de su sonora derrota en las elecciones generales y en las autonómicas y municipales. Fuentes socialistas consideran que el Gobierno actuó «tarde y con excesiva virulencia». En 2008 el flamante Gabinete de Zapatero se cerró a cal y canto a la evidencia: la tormenta que amenazaba con descargar en la economía. Recién instalado en el poder por segunda vez, prefirió pegar un portazo a la realidad, aunque el indicador del PIB ya reflejaba en el segundo trimestre de ese año datos negativos. El Ejecutivo siguió gastando por encima de las posibilidades del país. Como botón de muestra, la creación de una deducción de 400 euros en el IRPF para todos y la ayuda de 2.500 euros para las madres. Por entonces, Solbes fue el único que expresó su desacuerdo ante este despilfarro y que demandó austeridad. Sus críticas internas contra el excesivo dispendio con el que se manejaba el resto del Gabinete le pasaron una elevada factura. En abril de 2009 fue relevado por Elena Salgado, amiga personal de Pérez Rubalcaba, más proclive a adaptarse a las consignas de los superiores. Mientras, el deterioro de la economía continuó, con un paro escalando cotas. Sin embargo, el Ejecutivo apostó por emplear eufemismos varios, como desaceleración, para ocultar la recesión. Esta férrea negativa a reconocer la evidencia se prolongó dos años. Hasta que en primavera de 2010, los socios europeos, con Alemania y Francia a la cabeza, pusieron sensatez en el Gobierno español. La reprimenda de la UE llegó a tal extremo que ya es historia la conversación que Salgado, reunida en Bruselas con sus homólogos comunitarios, mantuvo con el presidente del Ejecutivo sobre las exigencias del club del euro. Contra sus principios y su ideología socialista, Zapatero acometió el mayor recorte social de la historia, con una bajada sin igual de sueldo de los funcionarios de una media del 5% en 2010 y la congelación de sus nóminas en 2011. Incluso se saltó a la torera el Pacto de Toledo y congeló las retribuciones de los pensionistas en 2011. Un mes más tarde, convertido por imperativo de Bruselas en un hombre de Estado, subió uno y dos puntos los tipos reducido y general del IVA, tributo que grava por igual al parado y al millonario. Pese a estas medidas, ya era tarde para corregir dos años de inacción. La reforma del sistema financiero emprendida por Salgado también llegó con retraso, como demuestran los 50.000 millones de provisiones que necesita a día de hoy el sector para sanear balances. Sin contar con que el Gobierno socialista, que intentó impedir la convocatoria de una huelga general, acometió una tímida reforma laboral. Por si fuera poco, tras cerrar la puerta a limitar por ley el déficit y la deuda de las administraciones públicas, hizo suya esta exigencia de Merkel en febrero del año pasado. Sin embargo, demoró sine die la decisión. Para sacudirse el fantasma de la intervención del país, Zapatero, de acuerdo con Rajoy, acometió una reforma constitucional, aunque sin su consiguiente desarrollo por el adelanto electoral. Cuatro años después del comienzo crisis, el nuevo Gobierno se encuentra la economía «patas arriba» y las reformas en el «inicio de su inicio».
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