Historia

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Estado de envidia

La Razón
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Cuentan la historia de dos cubos llenos de cangrejos: unos japoneses y otros mejicanos. El de los japoneses pronto se vaciaba porque unos a otros se ayudaban a escapar. En cambio, el de los mejicanos estaba lleno: ¡todos tiraban de aquel que osaba atreverse a salir!, practicaban «cuando un clavo sobresale, ¡machacarlo!» Los españoles sacan matrícula en el envidiar al que destaca. «ZP & company» han fomentado el «odio al rico». ¿Viven los políticos socialistas como Dios, o a Dios (sin ánimo de ofender) le gustaría vivir como ellos? Cual Houdini ilusionista han hecho creer a la plebe que ellos no son capitalistas. ¡Cierto! son «arramblistas» de lo ajeno, despilfarradores a cuenta del contribuyente. Si esfuerzo, autenticidad, perseverancia y valía fueran «progres», seríamos cangrejos japoneses. La autoestima cocida fomenta adoración a gobernantes de bajos escrúpulos y cínico liderazgo, vilipendiándose al que triunfa por méritos propios y pasa de amiguismos. No por mucho envidiar al «ganador» se logra salir de la crisis. Esta actitud sólo trae pobreza de espíritu, malestar emocional e igualar hacia abajo. Cada uno es responsable de los resultados en su vida: si no te gustan, cambia de estrategia, haz algo, todo menos quejarte. España aún es (la época toca ya a su fin) un país de oportunistas y charlatanes donde «el más tonto hace relojes». Ergo, ¿qué prefieres: (A) síndrome de cangrejo japonés, o (B) odio al rico y miseria para ti? Desenvídiate: si a los demás les va bien, a ti mejor te irá.