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Los gestos del arte del siglo XX
Dónde: Oriol Galeria d'Art. Provença, 264. Cuándo: hasta febrero. Cuánto: Entrada gratuita.
BARCELONA- Coincidiendo con las fiestas navideñas, Oriol Galeria d'Art, en Barcelona, propone un recorrido por la producción plástica de algunos de los artistas más destacados de la primera mitad del siglo XX. Este viaje viene de la mano de nombres tan significativos como los de Miró, Calder, Léger, Dubuffet, Torres-García o Gleizes, entre otros. Es una buena oportunidad de poder conocer de cerca estilos y técnicas, diferentes maneras de comprender el arte, siempre con el denominador común de renovar los cánones más académicos.
La muestra se abre con un aparentemente sencillo dibujo de Léger, un desnudo femenino de 1910. Parece un estudio para una obra que no llegó a ser, con unas formas en las que parece planear la entonces larga y estimulante sombra del cubismo. Léger consigue construir unas formas en las se adivina lo que será su estilo propio, más evidente en otra pieza de la muestra. «Le trapéziste et l'ecuyère» es un gouche, en el que también hay acuarela, tinta y lápiz, para mostrar una escena circense que hace evidente una de las afirmaciones del pintor: «Para mí, la figura humana, el cuerpo, no tiene más importancia que unos clavos o unas bicicletas. No son más que objetos de valor plástico que debo utilizar a voluntad».
Escenas de escultor
Muy interesantes son los dos dibujos de Julio González, en los que parece deambular la sombra escultórica. Son dos escenas campestres, muy probablemente apuntes del natural, en las que demuestra la agilidad de su trazo y como la geometría. Las piezas fueron realizadas sobre 1929, un periodo importante en la carrera de González, puesto que había empezado a trabajar con Picasso y expone por primera vez en ese año sus esculturas en hierro.
De Joan Miró se puede ver una composición que es una suerte de síntesis de la manera de hacer del maestro. En «Femme et Cheval», de 1960, Miró utiliza los colores básicos y habituales en su paleta, dejando el protagonismo del cuadro en un caballo y una mujer, pero ella no es un personaje más. Para el pintor es también «no una criatura femenina, sino un universo. El sexo femenino forma parte de mi vocabulario. Es como los planetas o las estrellas». De alguna manera esa forma de hacer mironiana también se plasma en una pintura de Calder de 1940, donde el autor estadounidense deja cualquier atisbo de figuración para bucear en la abstracción.
Figurativa y sorprendente es una pintura de Manuel Hernández Mompó de título picassiano. «Los tres músicos», de 1956, muestra a tres intérpretes callejeros con una formas que parecen anunciar algo parecido al cubismo. También destaca el gran dominio de Hernández Mompó del color que emplea para modelar las figuras.
Dentro de paisajes abstractos
Una de las particularidades de la exposición, es la gran presencia de autores abstractos, como Tàpies o Feito. Pero hay dos nombres con una especial fuerta en esta propuesta. Uno de ellos es André Masson, con un revolucionario óleo de 1930. El otro autor sobresaliente es Victor Vasarely de quien se presentan tres témperas sobre maderas, todas ellas con el común denominador del juego visual de formas, en un marco con poco cromatismo. Vasarely sabe cómo hechizar al espectador a partir de un cromatismo muy sencillo, empleando el blanco y el negro para que la retina vaya creando el movimiento geométrico en el que se desarrollan cada una de sus inimitables composiciones geométricas.
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