Crítica de cine
«Historias de la edad de oro»: Ceaucescu y el cerdo
Directores: H. Höfer, R. Marculescu, C. Mungiu, C. Popescu, I. Uricaru. Intérpretes: Vlad Ivanov, Diana Cavallioti, Radu Iacoban. Rumanía-Francia, 09. Duración: 100 min. Comedia dramática.
La imagen de un tiovivo de sillas voladoras que sirve como cárcel circular de los que, de un modo u otro, acataron sin rechistar las órdenes del régimen del dictador rumano Ceaucescu sirve como bella e hilarante metáfora de las intenciones de esta película-ómnibus. Es una imagen tragicómica, donde lo lúdico-festivo se conjuga con lo absurdo de la obediencia ciega, y que sintetiza con diáfana honestidad lo surrealista de vivir bajo el yugo de un totalitarismo. Es una imagen familiar: el primer episodio de este filme colectivo impulsado por Cristian «4 semanas, 3 meses, 2 días» Mungiu, podría formar parte de «Bienvenido Mr. Marshall». Es una excelente manera de acostumbrarnos al tono, entrañable y perturbador, de todos los sketches, que desarrollan un sexteto de impagables leyendas urbanas que retratan las tonterías que comete el ser humano cuando debe sobrevivir en un clima político y moral en el que no cree y que no para de cortarle las alas. Un error en la manipulación mediática de la imagen de Ceaucescu da lugar al capítulo más kafkiano. No se queda corta la historia de un policía que tiene que matar a un cerdo en casa sin que se enteren sus vecinos. Sabemos qué episodio se quedaría en la cuneta –el de un miembro del partido que intenta alfabetizar sin éxito a una pandilla de aldeanos– pero nos resulta difícil escoger el que más nos gusta. Nos decidimos por el menos divertido y el más melancólico: la desgarradora historia de amor no correspondida entre un transportista de gallinas y la dueña de un restaurante que se aprovecha de su bondad.
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