Londres

Pippa la hermana que quiso reinar por Cecilia GARCÍA

Una regla no escrita de las bodas es que ni hay que eclipsar a la novia ni arrebatarle ni un parpadeo de ojos.

filippa-1
filippa-1larazon

Ayer no se cumplió, había miradas para la princesa Catherine y para su hermana menor: una desconocida, hasta ese momento, Pippa Middleton –sólo había que ver la sonrisa pillina de Harry de Inglaterra, con quien compartió balcón, que no beso en Buckingham Palace– para darse cuenta de lo espléndida que estaba con su vestido blanco pidiendo otra boda más pronto que tarde.
Lo más que se sabía de Pippa era nada, un nombre en los bordes de la biografía de Kate, perdón princesa Catalina, que se leía con parecida pasión a la lista de la compra. Hasta ayer. Instantes después de hacer un traje a todos los ídem femeninos que habían pasado por la pequeña pantalla llegó ella, con un vestido blanco, engañosamente sencillo porque su principal misión era realzar su espléndida figura, que provocó que todos los espectadores dejasen a un lado el tentempié de las 11:40 de la mañana y decidiesen ponerse a dieta para, al menos, si no parecer tan alta como Pippa, sí lucir una figura tan escultural. Nunca llevar de la mano a las damas de honor y estar pendiente de la cola del vestido nupcial fue una labor tan agradecida y tan comentada hasta el punto de que Sarah Burton quizá se lleve más halagos por este ceñido diseño en marfil satinado que por el traje de novia, más fácil de olvidar.
Lo bueno de este enlace es que Ana de Inglaterra ha pasado inadvertida, eso sí que es un regalo de bodas para su sobrino Guillermo, que la duquesa de Cornualles ha sido la duquesa de Cornualles (no hay nada mejor que saber dónde están tus límites) y que la Reina iba de Isabel II sólo provocando sobresaltos a los dáltonicos, que han recuperado la facultad de identificar los colores gracias a ese amarillo que apartaba luminosidad por si el día se torcía y a Londres también le daba por ser Londres. De las hijas de Andrés y Sarah Ferguson mejor no hablar. Con encerrarlas en la Torre de Londres varios trienios todo está solucionado.
Lo más alabado es cómo una familia de clase media fue más egregia que nunca. Pippa se llevó de calle casi tantos flashes como su hermana e, insisto, posiblemente el móvil de Harry en el caso de que no lo tuviese. La madre de Kate, perdón la princesa Catherine, Carole Middlenton hizo de la sencillez virtud con un abrigo atemporal para un momento trascendental y una pamela correcta con la virtud de no convertirse en un peligro para cualquier invitado. Tan correcta como sólo la clase media sabe serlo ante un evento del que nunca pensaron ser protagonistas. El miedo jugo a su favor y hay que valorar su gris papel -tonalidades de grises hay muchas y eligieron la mejor- en un día en que sabía que la estrella era Kate... y Pippa, que debe tener a la mitad de los jóvenes de Londres, una vez que le han tomado las medidas, inventándose cualquier artimaña para ser los cuñados de los príncipes sin que esto sea lo más importante.


El escote más admirado
La hermana de Kate llevó puesto un diseño sencillo y elegante, pero también el más escotado de todos los invitados a la multitudinaria ceremonia, cuya solemnidad impregnó los trajes de las demás asistentes. Incluso demasiado. En cambio, Pippa se atrevió con un vestido abierto que llevó con elegancia y que se convirtió en blanco de todas las miradas.