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Egipto

«El Ejército no quería juzgarlos pero ha cedido a la presión»

Egipto se despertaba ayer con la noticia que el ex presidente Hosni Mubarak y dos de sus hijos, Gamal y Alaa, habían sido arrestados por un periodo de 15 días en los que la Fiscalía General los investigará por corrupción y otros delitos financieros, además de por haber ordenado la represión violenta contra los manifestantes en los primeros días de la revuelta.

La Razón
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Desde que se conoció la noticia, las redes sociales, cuna y columna vertebral de la revolución egipcia, estallaban de alegría ya que de esta forma se cumple una de las grandes reivindicaciones de las fuerzas revolucionarias, que han desconvocado las protestas que estaban previstas en los próximos días para pedir que el dictador y su familia fueran llevados ante la Justicia.

«Estoy muy contenta, es una gran día para nosotros y por ello he salido a la calle a celebrarlo», explicaba Manal, una joven que paseaba sonriente en la plaza de Tahrir, donde tan sólo pocos días atrás tuvo lugar una multitudinaria manifestación para exigir el procesamiento de Mubarak, que acabó con decenas de heridos y un muerto, cuando el Ejército intentó desalojar la plaza por la fuerza. Allí, los militares colocaban ayer césped artificial, cubriendo así las huellas de ese último incidente y abriendo una nueva etapa: «Ahora que Mubarak y sus hijos están en la cárcel, ya no habrá más manifestaciones ni problemas», aseguraba a LA RAZÓN un general que prefirió permanecer en el anonimato.

«El Ejército no estaba dispuesto a que Mubarak y su familia fueran juzgados, pero ha tenido que ceder a la presión popular», explicó a este periódico Mustafa Kamal, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Americana en El Cairo. Que Mubarak y su clan empiecen a ser juzgados es una gran victoria para los revolucionarios egipcios, que temían que el dictador fuera a permanecer impune, recluido en su especie de exilio en el balneario de Sharm el Sheij, donde seguía hospitalizado al cierre de esta edición.

El ex mandatario fue ingresado el martes por la noche después de sufrir un ataque al corazón justo cuando estaba siendo interrogado acerca de las acusaciones por las que ayer fue puesto bajo arresto preventivo. Parece que su estado es grave y por ello permanece hospitalizado, pero el doctor Kamal aseguraba que con Mubarak «no se repetirá otro caso Pinochet».

Los egipcios confían y desean que el dictador acabe antes o después en la cárcel, al igual que ya lo han hecho varios miembros de su régimen y sus hijos, Alaa y Gamal, que fueron trasladados a primera hora de ayer desde Sharm el Sheij a la cárcel de Tora, a las afueras de El Cairo. Gamal Mubarak, joven empresario occidentalizado, estaba destinado a heredar el trono de Egipto cuando su padre se retirara, mientras que Alaa Mubarak, el mayor de la prole, había tejido una provechosa red de negocios haciendo uso y abuso del poder de su familia. Símbolos de la corrupción y la falta de democracia de la era Mubarak, su arresto marca un hito, al igual que el del propio mandatario, el primero en ser juzgado en un país árabe.