Investigación científica

Radiaciones no ionizantes

Radiaciones no ionizantes
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Las radiaciones ionizantes, como los rayos X, tienen energía para romper cadenas de ADN y aumentan el riesgo de cáncer. A diferencia de las anteriores, la radiación no ionizante (como ondas de radio o la señal de telefonía móvil) tiene una energía más baja, por lo que sus efectos sobre el organismo –si existen– son más sutiles. No hay un modelo teórico que explique por qué mecanismos podría esta radiación producir cáncer. No se ha demostrado en ningún estudio serio que el uso de telefonía móvil produzca cáncer. El estudio Interphone no ha encontrado relación clara entre su uso y los casos de cáncer cerebral, aunque sí ha hallado una posible relación entre el uso prolongado y un tipo de cáncer cerebral llamado glioma. Otros efectos que se han asociado al móvil por interferencias en la actividad eléctrica del organismo son cefaleas, dificultad para concentrarse o dormir. Pero tampoco se ha demostrado su aparición en un estudio riguroso, aunque algunos autores afirman haberlos detectado con el uso de electroencefalogramas.


La OMS ha elevado la potencia carcinogénica de las radiaciones no ionizantes al grupo 2B, lo que muestra que existe un posible riesgo. El nivel de evidencia es bajo, pero la OMS afirma que es posible que la telefonía produzca cáncer pero, si lo produce, su incidencia será baja, ya que hay 5.000 millones de líneas de móvil y no se ha detectado un incremento de la incidencia de tumores en los 20 años de seguimiento realizado. Tampoco cabe descartar que los efectos de la telefonía se produzcan a más largo plazo, aunque no haya indicios de que se vayan a producir. La causa de muerte más habitual por el uso del móvil son los accidentes de tráfico. No hay que olvidar que el móvil salva muchas vidas en casos de emergencia.