Déficit público
Otra rectificación
Si rectificar es de sabios, como señala el refrán, tenemos al ministro de Fomento en la cúspide del saber. José Blanco, hay que ver lo lejos que queda ya lo de «Pepiño», volvió a protagonizar ayer otra rectificación. Ya he perdido la cuenta de las que van desde que se hizo público el primer recorte de la «pasta» destinada a la inversión en obra pública. Dijo el todopoderoso socialista, que manda más que algunos de los vicepresidentes del Gobierno, que el reajuste de esa partida se elevará a 700 millones de euros, en lugar de los 500 millones que se habían anunciado la semana pasada y los no sé cuántos de finales del mes pasado o principios del actual. A estas alturas un servidor ya estaba perdido y no sabía si ese reajuste era al alza o a la baja. Menos mal que lo aclaró a lo largo de su intervención en el Congreso de los Diputados, al decir que el recorte en obra pública será, en lugar de 6.400 millones de euros anunciados inicialmente, de 5.700 millones. Hay que recordar que este Departamento, seguido del de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, es el primero en la clasificación de los ministerios en cuanto a capacidad inversora.
Ésa no ha sido, ni mucho menos, la única rectificación en política económica de este verano. Ha habido algunas más, comenzando por el giro que dio Zapatero meses atrás, obligado, por supuesto, por las circunstancias y su mala cabeza. Pero mucho me temo que no será la última y que, a la vuelta de la esquina, nos encontraremos ya con nuevos cambios de rumbo. Por ejemplo, en septiembre deben presentar su proyecto de Presupuestos para el año que viene. Previamente los servicios correspondientes del Ministerio de Economía y Hacienda tendrán que hacer arqueo de caja y ver cómo han ido los ingresos en los últimos meses. Por los datos que se han ido filtrando, la recaudación no ha sido como para tirar cohetes, lo que podría provocar nuevos «reajustes» o más emisión de deuda pública. Tocará afrontar además lo que sucede con las comunidades autónomas y con los ayuntamientos y diputaciones, que están «caninos» y, en algunos casos, con problemas para pagar a sus funcionarios. Me cuentan que hay secretarios de corporaciones locales que llevan varios meses sin cobrar. Vamos, que deben hasta de pagar. El problema está en el «cómo».
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