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ANÁLISIS: Un Rajoy moderado y armado de cifras por Carmen Morodo

La Razón
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Madrid- Siempre que por delante tiene un debate de tanta trascendencia como el que le enfrenta esta noche con Alfredo Pérez Rubalcaba, a Mariano Rajoy le sale su deformación profesional, la vena del opositor a Registrador de la Propiedad, exhaustivo en los datos, obsesionado con saberse al milímetro los temas que le puedan caer en el examen. Y a eso se ha dedicado también con intensidad ante el cara a cara televisivo, de acuerdo con las opiniones contrastadas entre algunos de sus colaboradores más estrechos, hasta el punto de reservarse toda la jornada de ayer para repasar la «asignatura» con tranquilidad en su casa.

El trabajo de campo, la recolección del argumentario, se lo ha hecho básicamente la portavoz en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, y su equipo parlamentario. Su «sparring» personal ha vuelto a ser el sociólogo Pedro Arriola. Pero al final el toque último será de Rajoy. El sábado por la tarde fue a su despacho, pero ayer se encerró en su casa sin perdonar su hora de ejercicio diario. Hoy irá vestido con lo que decida su esposa, Elvira Fernández, como confirmaron fuentes de su entorno. El toque de modernidad que ha ido introduciendo en su estilismo, en la forma de los trajes y en su color, ha costado «Dios y ayuda».

La impresión que el candidato popular ha trasladado en estos días a su entorno es que afronta el debate con la tensión de quien cree que sí que es importante. El PP rezuma confianza en que su líder se impondrá dialécticamente a Rubalcaba, una euforia inevitable cuando cabalgan sobre encuestas tan demoledoras para las previsiones del PSOE como las que se están manejando en esta campaña. En el partido también sostienen que en un escenario electoral como el actual, los cara a cara ayudan a consolidar un clima de opinión pero no mueven un voto considerable. Otra cosa sería que se celebrase en un marco de empate técnico, explica uno de los expertos electorales de Génova. Pero quien va a ser uno de sus protagonistas es mucho más prudente: Rajoy está de acuerdo con la teoría de que es difícil que este debate mueva voto de un partido a otro, pero cree que sí puede influir en la abstención al PP y, lo que para sus objetivos es más importante, al PSOE. Y cuando uno aspira a la mayoría absoluta, todas las papeletas cuentan.

Una de sus últimas preocupaciones ha sido ordenar bien la cantidad de cifras y argumentos con los que se ha documentado. Sus dos principales armas son el balance de los Gobiernos de Aznar y la corresponsabilidad de Rubalcaba en la herencia de Zapatero. Sobre políticas sociales, Rajoy ha recabado información a nivel territorial con la que contestar al discurso del PSOE sobre los «recortes» de sus «barones» autonómicos.

De esta noche, en lo que afecta al PP cabe esperar a un Rajoy previsible, moderado e impasible si Rubalcaba intenta llevarle al terreno de la confrontación personal. Será «el candidato-estadista-presidencial» –describen desde la dirección popular– que mirará al futuro y que intentará que el partido se decida en el terreno económico.