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Epílogo sin honor por José Antonio Álvarez Gundín
En su triste epílogo de hueste en desbandada, el Gobierno socialista deja un reguero de mezquinas venganzas y de promesas sin dueño. Ley antipiratería, Valle de los Caídos, papeles de Salamanca, negociaciones con ETA... Cierre vergonzante a seis años de arrogancia y dos de desolación. Con las elecciones también ha perdido el respeto a la palabra dada, elegancia del espíritu que hasta los feriantes tienen por sagrada y los tratantes por documento notarial. Al dejar arrumbada la «Ley Sinde», después de dos años de trabajos y de amplios consensos parlamentarios, ha asomado la cara más fea de unos gobernantes que actúan por despecho, abdican de sus deberes y se sacuden el muerto por motivos partidistas. Menudos patriotas de polideportivo. Les ha faltado grandeza para salir del cuadrilatero con la cabeza erguida. Y han carecido de gallardía para retirarse sin escupir por el colmillo la bilis del fracaso. Tan es así que en su atropello final se han llevado por delante hasta las billeteras de sus amigos los artistas orgánicos. Ocho largos años dejándose los pelos de la ceja en favor del partido, para terminar como el gallo de Morón, sin reglamento antipiratería y cacareando de estupor. Pareciera que derrocado Teddy Bautista, el gran cacique que desde la SGAE aceitaba afectos, movía voluntades y allegaba fondos, a los dirigentes socialistas dejaran de interesarles los derechos de autor, la propiedad intelectual y la industria cultural. En realidad, de la cultura sólo han tenido una idea fija entre ceja y ceja. Tanta gala de los Goya, tanta alfombra roja y tanto preestreno de compañeros y compañeras para terminar entregándoles la caja a los piratas on line. Que faltaba pericia, era sabido, pero que carecieran de honor sólo era una sospecha, que se confirma en la despedida.
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