Buenos Aires
Amenazas de «los K» al director de «Clarín»
La guerra que mantiene el Gobierno de los Kirchner con el diario «Clarín» se recrudece. El gerente del principal rotativo argentino y enemigo «número uno» del Gobierno, Héctor Magnetto, ha denunciado públicamente haber recibido amenazas de muerte y que el matrimonio presidencial envía a sus «dóberman» para que hagan el trabajo sucio.
Son los últimos capítulos de una batalla que podría acabar en tragedia. Por su parte, Héctor Magnetto reunió a la cúpula del grupo editorial y a los gerentes, editores y periodistas de sus medios para abordar durante cuatro horas los frentes que el grupo multimedia tiene por delante con el Gobierno peronista. El rostro de Magnetto se tornó más serio cuando informó a la audiencia de que su hija mayor, Marcia, ha recibido amenazas de muerte.
Además, el propio Magnetto podría ir preso, ante las presiones que ejerce la presidenta, Cristina Fernández, sobre la Justicia para que lo declare culpable de lavado de dinero, evasión impositiva y otra serie de delitos relacionados con el manejo financiero del principal rotativo argentino.
La ofensiva total de la Casa Rosada consiste también en quitarle el control de la empresa Papel Prensa, dedicada a la producción de papel para diarios. Al frente de esta compañía están el Grupo Clarín y el diario «La Nación», y el Estado argentino tiene una participación minoritaria.
La empresa es la que suministra el papel a los principales diarios bonaerenses. Si el Estado argentino contralase toda la producción y distribución del papel, podría presionar a su antojo al grupo Clarín.
A este respecto, estos días se ha filtrado un vídeo, al que ha tenido acceso LA RAZÓN, donde se demuestran los métodos mafiosos utilizados por el matrimonio K.
Moreno, el ministro de Comercio –apodado «el pistolero»– y que es conocido en el país austral por sus métodos «poco ortodoxos», se presentó la pasada semana en la asamblea de la empresa Papel Prensa con guantes de boxeo y cascos, escoltado por cuatro «gorilas» y retó a los asistentes a una pelea para tratar de impedir que avanzara la reunión, que tuvo que ser suspendida por «desorden».
El incidente logró el objetivo que perseguía el Gobierno: impedir una ofensiva de los dos grandes periódicos del país, «Clarín» y «La Nación», para quitarle al Estado la mayoría en la comisión fiscalizadora de Papel Prensa.
Lo dicho, «El Padrino» pero en versión peronista.
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