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Cómo confiar en el político
Un país en el que sólo el 16% de los jóvenes aspira a ser emprendedor no tiene ningún futuro. Eso es lo que ocurre precisamente en España, cuyas expectativas empresariales de la juventud están a años luz de las de EE UU (más del 80% de los jóvenes quiere tener su empresa) y de Europa (más del 40%). El presidente del Senado echó mano de todos estos datos para propugnar en la casa de LA RAZÓN una profunda transformación educativa, política, social y moral de la sociedad española como parte sustancial de la recuperación económica. Pío García Escudero inauguró ayer el ciclo «España es nuestra razón», en el que intervendrán a lo largo de los próximos meses destacadas personalidades políticas e institucionales con el objetivo de indagar en los cambios estructurales que nuestro país necesita para ganar la batalla del futuro. El presidente del Senado reivindicó la función de la Cámara Alta como parte insustituible de la actividad legislativa y abogó por potenciarla mediante reformas consensuadas, por rectificar algunas tarascadas de la anterior legislatura (como autorizar el uso en el Pleno de otras lenguas que no sea la común del castellano) y dar ejemplo de austeridad. En este punto, García Escudero defendió el buen nombre de los políticos en su conjunto, pese a casos tan clamorosos como el de Matas o el de los ERE de Andalucía, pero convino en que debe hacerse un esfuerzo añadido de transparencia para que dejen de ser la tercera preocupación de los españoles, como reiteran los estudios del CIS. No cabe duda de que el Gobierno de Rajoy, que aún no ha cumplido sus primeros cien días, está impulsando una catarsis sin precedentes, especialmente para erradicar el despilfarro en las administraciones, acotar el gasto y racionalizar la gestión pública. Además, en los próximos días pondrá en marcha una ley de transparencia para que los ciudadanos recuperen la confianza en sus administradores. Nada más necesario, desde luego, que este paso adelante, pero no es suficiente. El Gobierno debe introducir cambios legales y penales que endurezcan las reglas del juego, aleje a los corruptos y disuada a los logreros. Sin excepción. Los partidos políticos, los sindicatos y las organizaciones empresariales, como agentes fundamentales en un sistema democrático, también deben someterse a normas nuevas, más rigurosas con sus fuentes de financiación, más transparentes y menos onerosas para el contribuyente. Es inaudito, por ejemplo, el telón de opacidad y oscurantismo que oculta las cuentas de CC OO y UGT, cuyos ingresos multimillonarios los pagamos todos los ciudadanos. Para el presidente del Senado, no puede haber excepciones cuando de por medio hay dinero público, ya se sea banquero, sindicalista o ambas cosas al mismo tiempo. Sólo así se podrá recuperar la credibilidad y la confianza ciudadanas.
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