Nueva York

Alicia Alonso cisne de cuello negro

El American Ballet Theater acaba de rendirle en Nueva York un tributo por sus 90 años a este mito viviente de la danza. Su aura es tan grande como su leyenda negra entre bambalinas. De hecho, en Cuba se dice que es mejor estar bajo el mando de Fidel que bajo el de Alicia Alonso

Con el tenor Alfredo Kraus
Con el tenor Alfredo Krauslarazon

Durante años, el ballet en La Habana despertaba una fiebre similar a la del béisbol, es decir, la misma que el fútbol en España. No deja de ser curioso que un régimen comunista alumbrara una de las escuelas más reconocidas de ballet, un arte considerado burgués tradicionalmente por la izquierda. Alicia Alonso es la gran responsable de la «balletomanía» que padecen varias generaciones de cubanos desperdigados por el globo. No en vano tiene carta blanca en la política cultural de la isla, fruto de su alianza estratégica con Fidel Castro. Una fidelidad de más de cincuenta años que no le ha impedido a esta «prima ballerina assoluta» plantarse en el corazón del capitalismo, el Metropolitan de Nueva York, para ser agasajada por su 90 cumpleaños.

Coartada ideológicaLa coartada ideológica es que la Alonso fue estrella del American Ballet Theater 16 años antes de que se gestara la revolución cubana. En ese mismo escenario, en 1943, una indisposición de la estrella Alicia Márkova le dio la oportunidad de debutar como protagonista de «Giselle», el papel que la llevaría a la posteridad. «Fue una bailarina muy avanzada a su tiempo por su gran técnica», dice sobre ella Víctor Ullate.Como la protagonista de «El lago de los cisnes», que debe interpretar la elegancia angelical del cisne blanco (Odile) y la perfidia del cisne negro (Odette), la Alonso transformaba toda la suavidad de sus movimientos escénicos en mano de hierro a la hora de regir su compañía: «Muchos de sus bailarines aseguran que prefieren estar bajo el mando de Castro que bajo el de Alicia Alonso», asegura Ricardo Cué, uno de los mayores especialistas de danza clásica en España.En la leyenda negra de la Alonso pesa su freno constante a los bailarines de la escuela que ella misma creó. Ése fue el caso de Josefina Méndez, Mirta Pla, Aurora Bosch y Loipa Araujo, denominadas «las cuatro joyas» por su valor artístico y cuyo debut en los roles principales demoró durante años.

El signo de la traiciónLo mismo que otras tres grandes, Rosario Suárez, Amparo Brito y Ofelia González, que se graduaron en 1968 y hasta 1986 no lograron ser primeras bailarinas. Alicia Alonso no perdona una traición y para ella, como para el régimen cubano, traición es querer vivir dignamente del trabajo, es decir, aprovechar la oportunidad cuando te hacen una oferta en otra compañía y marcharse a bailar fuera de la isla. Muchos de los miembros del ballet aprovechan las giras para desertar. Los últimos años que hicieron temporada en el Albéniz de Madrid, se hacinaban en un apartahotel del centro donde las dietas apenas les daban para comer, mientras que Alonso se hospeda en el Hotel Ritz y tiene un chófer a su disposición.Más allá de la afinidad política con el régimen y de su relevancia artística, el Ballet Nacional de Cuba supone una importante fuente de divisas para los Castro, pues pasa gran parte del año de gira en países extranjeros. Desde La Habana nos remiten una lista reducida de los solistas y primeras bailarinas que han huido en los últimos años y que pagan sus impuestos a Cuba: Octavio Martín, Rolando y Daniel Sarabia, Anissa Curbelo, Romel Frómeta, Hayna Gutiérrez, Taras Dometrio, Miguel Ángel Blanco, Adriaris Almeida, Lorena Feijóo, Alyhaideé Carreño, Galina Álvarez... Aunque el caso más significativo es el de Lorna Feijóo, que, tras aceptar la oferta del Boston Ballet, «no sólo no le permiten volver a bailar en La Habana, sino que le han prohibido la entrada a la escuela del BNC», nos cuenta uno de los miembros del ballet.

Comida barataEl cuerpo de baile cobra alrededor de 400 pesos al mes (17 euros) y las primeras figuras entre 600 y 700 pesos (poco más de 30). Durante las giras, les pagan unos 50 dólares o euros por día al cuerpo de baile y 60 a las primeras figuras. De ahí tienen que pagarse la comida, por eso siempre andan buscando alimentos baratos o aparecen las denuncias de cocinas clandestinas en los hoteles –según cuentan algunas personas próximas a la compañía–. Mientras la Alonso es habitual de las grandes «boutiques» europeas, las bailarinas salen a escena con leotardos rotos. «En Brasil pedimos a Alicia que nos pagara el bus para ir a comprar mallas y nos lo negó. Y eso que nos ofrecimos a pagar nosotras mismas la ropa, así que bailamos con ropa agujereada», cuenta una de las solistas de la compañía.«No entiendo cómo ha dejado que se destruya El BNC. Su política ha llevado a que hoy las figuras jóvenes crezcan sin referente artístico. El motivo es que a quien se va de la compañía se le borra para siempre, como ocurrió con la gran Margarita de Saa. En el Museo de la Danza de La Habana, quien terminó mal con ella no existe, pues se considera que no pertenece a la historia. Eso es su legado más triste, una compañía que se hunde», dice uno de los habituales del ballet, exiliado en Nueva York.

Una sucesión tan esperada como la de FidelVarias generaciones de bailarinas han muerto con la esperanza de ver un cambio en la dirección del Ballet Nacional de Cuba. La longevidad de la Alonso sólo es comparable a la del propio Fidel Castro. Si bien en la jefatura del Estado cubano ya se ha producido el relevo, la compañía aún sigue pendiente de las decisiones de esta mujer nonagenaria, y eso, a pesar de que hace años que sólo ve la progresión de sus bailarines a través del relato que le hace al oído durante las representaciones su círculo de confianza, especialmente su marido, Pedro Simón, que dirige el Museo de la Danza de La Habana. Su delfina, Josefina Méndez, que ejercía de «maître» del ballet, murió recientemente, con lo que el melón sucesorio volvió a abrirse. Una de las candidatas mejor colocadas es Loipa Araujo, una de «las cuatro joyas», que ahora enseña en el Instituto Alicia Alonso en España, aunque ha manifestado en repetidas ocasiones que no quiere hacerse con el cargo. Sí ha mostrado, en privado, su deseo de conseguir el cargo de Carlos Acosta, estrella del Royal Ballet de Londres, que es uno de los pocos bailarines cubanos residentes en el extranjero que tienen bula para trabajar fuera y seguir bailando en La Habana.

Un mito paso a paso - 1943: Alonso interpreta por primera vez el papel por el que pasaría a la posteridad, Giselle, en el American Ballet Theater, al sustituir a Alicia Márkova- 1948: se convierte en prima ballerina con «Fall River Legend», de Agnes De Mille. En el ABT trabajará con los coreógrafos Michel Fokine, George Balanchine, Léonide Massine, Bronislava Nijinska, Anthony Tudor y Jerome Robbins.- 1948: se funda, con el nombre de Ballet Alicia Alonso, el actual Ballet Nacional de Cuba, primera compañía profesional de ballet en la historia del país- 1955: la compañía adopta el nombre de Ballet de Cuba.Entre 1955 y 1959, bailó cada año con los Ballets Rusos de Montecarlo como estrella invitada.- 1957-58: Alicia Alonso es invitada a bailar en los principales teatros de la Unión Soviética.- 1959: se reorganiza la compañía, ahora con la denominación de Ballet Nacional de Cuba, y emprende una amplia gira por Latinoamérica, como embajada cultural del Gobierno Revolucionario.- 1983: tiene lugar la gala conmemorativa del cuarenta aniversario de la Alonso en el papel de Giselle, uno de los más carismáticos que hizo a lo largo de toda su extensa trayectoria. Baila la versión completa de la obra por última vez en Cuba, en el Gran Teatro de la Habana.- 2000: recibe el Premio Benois de la Danza por sus aportes artísticos de toda una vida y también le fue concedida la Orden José Martí, máxima condecoración que otorga el Consejo de Estado de la República de Cuba. - 2002: Alicia Alonso es nombrada embajadora de Cuba, por el Ministerio de Relaciones Exteriores de su país.