Estados Unidos
Dos dictadores un destino
Puede haber semejanzas, pero los casos de Muamar Gadafi y Sadam Husein no son iguales.
Madrid- Ambos llegaron al poder con sendos golpes de Estado, gobernaron de forma dictatorial y cruel, hasta extremos inimaginables. Convirtieron sus respectivos países en una suerte de exclusivos «cotos de caza». Trataron de perpetuar sus dinastías con sus hijos. Y tanto el libio como el iraquí fueron, en su momento, enemigos declarados de Estados Unidos. Dicho de paso, ambos, probablemente, caerán de una forma muy similar: después de una destructiva campaña militar aliada que pondrá fin a años de control férreo de sus respectivos países. Pero seguramente ahí se acaban sus similitudes. Para empezar, porque Irak era un país, en el momento de la invasión, con una sociedad civil mucho más desarrollada y menos dependiente de su organización tribal que Libia. Sadam pudo ser visto como un histrión, igual que Gadafi, en sus últimos días, pero –a pesar de sus desaforados llamamientos a la «Madre de todas las batallas» y otras locuras por el estilo– Sadam fue un dictador con más olfato político y mucho menos desequilibrado de lo que está demostrando Muamar Gadafi. Su acorralamiento final no fue fruto de una obcecada resistencia inútil, como es el caso del dirigente libio, sino del fracaso de la negociación con una administración Bush empeñada en acabar con el que fue su hombre contra Irán.
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