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Mi hermano del alma por José Menese

La Razón
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Es como si se me hubiera ido alguien de la familia. Qué digo, mucho más, porque Enrique era para mí como un hermano, un hermano del alma. Conocí a su padre y con él grabé en 1963. Han sido cincuenta años de vivencia, convivencia y amistad, porque lo nuestro no era simplemente cantar y después cada uno de marchaba a su casa, sino que fueron muchos días de convivencia. A París me lo llevé cuando tenía unos 17 años y desde ese momento, hasta ahora no nos hemos separado. Era un fuera de serie y, lo repito, mi hermano. En España hay dos guitarras fundamentales, que son la de Paco de Lucía y la suya. Por él pondría siempre la mano en el fuego. Grabamos muchísimo juntos. Y hace muy poquito, apenas un mes, tuve la suerte de poder darle un abrazo a mi compadre, que también lo era.

Sabía que no estaba muy bien, pero me transmitió tranquilidad. Le vi con ganas, con fuerza, pero ya se sabe lo que es una enfermedad: recaes, se complica y todo se va a la garete. Yo digo siempre que los buenos se van y los malos somos los que quedamos. Enrique era un baluarte, una referencia. Como dice la letra de una canción: «Firme me mantengo y firme hasta la muerte». Porque además, el flamenco nuestro, el de verdad, ha desaparecido. Hoy no hay nadie coherente ni con educación cantaora para que esto siga adelante. El flamenco de verdad ha muerto porque no existen ni rigor, ni vergüenza ni coherencia. Enrique, lo mismo que yo y muchos otros compañeros de generación, nos educamos en el respeto. Una lástima que ya haya desaparecido.

José Menese
Cantaor