Alergias
El efecto dominó de la dermatitis atópica
Todavía no existe cura y tras ella se esconde una cadena de problemas asociados que acompañan al picor. El 30% desarrolla asma y un 35%, rinoconjuntivitis. A ello se suma una cascada de alergias a diferentes alimentos
Cada vez está más extendida. En los últimos 30 años se ha triplicado su incidencia, pero sigue siendo una desconocida.
La dermatitis atópica (DA), proceso inflamatorio de la piel que surge como respuesta del sistema inmune a agentes extraños, crece y se cierne especialmente sobre los niños, ya que «el 90 por ciento afecta a la población pediátrica y aparece desde el nacimiento», explica Carlos Moreno, presidente de la Academia Española de Dermatología y Venerología (AEDV).
Hoy, cerca de un 15 por ciento de la población española la padece y, tras ella, surgen otras dolencias, como asma, rinoconjuntivitis y sensibilización a ciertos alimentos, y que denominan marcha atópica (un estado en el que van apareciendo una tras otra varias enfermedades alérgicas). «El síntoma fundamental es el picor, también las lesiones inflamatorias. El niño se rasca como un poseso. Es algo que desespera al paciente y a la familia, porque provoca lesiones en la piel y le hace propenso a sufrir infecciones», añade Moreno. Los problemas asociados los desarrolla, en el caso del asma, el 30 por ciento de los afectados y el de la rinoconjuntivitis, el 35 por ciento.
Eva conoce bien esta enfermedad y lo que es vivir con un picor desesperante. «Casi siempre manchaba la ropa y las sábanas porque me salía sangre sólo con pasarme el dedo. Ni siquiera rascaba fuerte». Su caso es especial, porque el primer brote apareció hace seis años (ahora tiene 34) en forma de sarpullido en el cuello. «En un primer momento me dieron medicamentos pensando que algo me había sentado mal. Después fui a Urgencias porque tenía una erupción muy grande y dieron con el diagnóstico. Pero pensé que no era para siempre, que sería temporal, porque el tratamiento con corticoides fue efectivo y mejoré mucho».
Sin embargo, volvió a aparecer y con un lastre de problemas añadidos. «Al año me dio un brote muy fuerte y sobrevino también la intolerancia al huevo».
Las zonas más afectadas, según explican los expertos, son «la cara, la flexura y, con el tiempo, todo el organismo», señala el presidente de la AEDV. Mercedes, que con apenas dos meses de vida sufrió los primeros brotes y no recibió diagnóstico hasta los nueve años, explica que «las corvas de las piernas, la zona del pañal, los codos y detrás del cuello eran las zonas más afectadas». A medida que fue creciendo, el sarpullido afectó también «a la cara, sobre todo por los ojos, y a la zona del cuero cabelludo».
EL mito del contagio
El desconocimiento sobre esta patología hace que muchos piensen que puede ser contagiosa. «La gente mantenía un poco la distancia porque es algo visible. Afecta a tu relación con los demás. Son miradas muy incómodas. Además, el picor hace que no descanses, no puedes estar tranquila porque no sabes cuándo pueden aparecer nuevos brotes». «Tenía que tener cuidado por la alergia al polvo, controlar que la ropa fuera de algodón...». Entre los 12 y los 14 años, Mercedes sufrió un cuadro depresivo. «Sentía que no podía con la vida».
Sin embargo, y pese a no tener cura, la vida de estas mujeres ha mejorado gracias a los tratamientos que controlan a largo plazo y que reducen el número de brotes y retrasan su aparición. «Los inmunomoduladores, los corticoides y las cremas hidratantes nos permiten mejorar mucho». Aunque son muchos los que lamentan que «no hay financiación y las cremas sean muy caras».
Para que los más pequeños aprendan a mejorar su convivencia con la patología, desde la Asociación Española de Pacientes y Familiares con DA (ADEA) han creado un vídeo explicativo que se puede descargar en www.adeaweb.org.
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