El Cairo
La pasión de Lawrence de Arabia por César Vidal
Detrás de su leyenda había una mujer,«S.A.», a la que dedicó «Los siete pilares de la sabiduría»
Lawrence nació en Tremadoc, al norte de Gales, en 1888. Era hijo ilegítimo, fruto de la unión entre un terrateniente anglo-irlandés llamado Thomas Chapman y una institutriz escocesa llamada Sarah Maden. Sus padres se quisieron siempre de manera profunda y tuvieron varios hijos, pero no pudieron casarse por la sencilla razón de que la esposa de Chapman se negó a concederle el divorcio. Seguramente esa empecinada conducta le produjo algún placer si tenemos en cuenta los tormentos de conciencia a que sometió a su antiguo esposo y, sobre todo, a su nueva mujer, que era una piadosa y convencida evangélica. Desde los ocho años, la vida de Lawrence estuvo ligada a Oxford, adonde se trasladó su familia, y aún no había cumplido los diez cuando comenzó a interesarse por la historia de Oriente Medio a impulsos de su afición por las cruzadas. En 1909, dedicó el verano a recorrer Siria a pie y al año siguiente leyó su tesis sobre «Castillos cruzados» que fue calificada con un sobresaliente. Durante los años anteriores al estallido de la Primera Guerra Mundial participó en expediciones arqueológicas en Mesopotamia y Egipto. En teoría, era un arqueólogo en proceso de formación llamado a desempeñar tareas pacíficas. El cambio se produjo gracias a una misteriosa mujer a la que él mismo llamó «S.A.»Hace menos de una década, salieron a la luz las cartas de amor dirigidas a su amada «S.A.» Era una hermosa maestra egipcia de ojos rasgados que inició a Lawrence no sólo en el amor sino también en los entresijos del nacionalismo árabe. Instruida y hermosa, le insistió en la existencia de un pueblo árabe que deseaba la libertad del yugo turco. Quizá la visión de S.A. era un tanto idealista, pero convenció a Lawrence. En 1914, al estallar la Primera Guerra Mundial, se las arregló para que lo destinaran al departamento de inteligencia en El Cairo. En semejante enclave vegetó hasta la primavera de 1916, en que fue enviado a Mesopotamia. Para entonces, sus hermanos Frank y Will ya habían muerto en el frente occidental. Ni los británicos fueron los únicos en impulsar la rebelión de los árabes ni Lawrence fue el único oficial. Sin embargo, Lawrence escribió un libro extraordinario: «Los siete pilares de la sabiduría», sobre aquel escenario de tercer orden en el cuadro global de la guerra y se ocupó de reducir el papel de los franceses (a los que aborrecía) y de sus compañeros de armas (hacia los que no abrigaba los mejores sentimientos) a lo largo de sus páginas. Fue, sin embargo, muy generoso en su descripción de los árabes y, de manera significativa, dedicó el libro a «S. A.», la hermosa egipcia que le había iniciado en aquella visión del mundo. ¿Quién sabe? A lo mejor, de no haberla conocido, el joven Lawrence hubiera caído, totalmente anónimo, en una trinchera de Flandes.LA FECHA: 1917Fue un año clave. La campaña a través de uno de los desiertos más hostiles, que le condujo a la ocupación de la ciudad de Aqaba, junto con las tensiones y relaciones que mantuvo con sus soldados le marcaron de una manera especial. Este año, junto a su imprevista detención en la ciudad de Deraa, donde fue encarcelado y torturado, y supuestamente violado por los soldados, cambió radicalmente su manera de pensar.
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