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Cambio de tercio por Jorge Urosa

La Razón
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Los alumnos del Santa Illa han debido quedarse patidifusos cuando, al ir a apoyarse en las mesas para escribir, se han encontrado a un señor que se largaba con su mesa y mucho más, cuando ese mismo señor les hacía gestos para que se levantaran de las sillas. Y todo esto pasaba delante de las narices de sus profesores, que no movían un músculo para evitar tamaño atrevimiento, realmente insólito. Pero era real y legal: la Seguridad Social estaba embargando los bienes de un Colegio Privado por una deuda de casi un millón de euros. Aparte de la alarma social que el espectáculo en plena jornada lectiva genera, debemos aclarar que la Seguridad Social nunca embarga de la noche a la mañana, que avisa, como en los toros, que concede aplazamientos, prórrogas y que finalmente establece un día para el embargo. Día que es conocido por el dueño del colegio, con lo que, si los niños han tenido que vivir esta situación estando en clase, es por la exclusiva responsabilidad del propietario, lo mismo que la deuda, que por el montante no debe de ser de anteayer. Debemos dejar de usar como parapeto la sensibilidad social en temas como la educación, la cultura o el cine para justificar la incapacidad o la mala gestión de algunos. Por cierto, buen detalle el de la ministra al permitir que los niños acaben el curso, eso sí es sensibilidad social y no las subvenciones.