Los ojos rojos, el escozor, la sensación de cuerpo extraño, el lagrimeo o la hipersensibilidad a la luz son algunos de los síntomas que alertan de la presencia de estas infecciones oculares, que suelen estar provocadas por el exceso de cloración, la presencia de otras sustancias químicas en el agua o por las prolongadas exposiciones al sol.
Según explica Fernando Llovet, director médico de Clínica Baviera, se deben "extremar las medidas higiénicas, no compartir toalla para evitar contagios, acostumbrarse a las gafas de natación y usar gafas de sol oscuras con filtro UV y que cubran el ojo por completo".
Además, apunta este experto, los usuarios de lentes de contacto son uno de los colectivos más propensos a contraer infecciones oculares en las piscinas.
"No es nada recomendable, pero cuando una persona que usa lentes de contacto decide bañarse con ellas, debe extremar las precauciones. Lo mejor es utilizar gafas para nadar y bucear y así evitar el contacto directo con el agua", recomienda Llovet.
Por otro lado, en verano también es más común que se multiplique la sensación de ojo seco, especialmente en las personas que son más propensas a sufrir esta dolencia. "El aire acondicionado de los edificios y de los vehículos y los ventiladores resecan la superficie ocular", explica.
Por ello, recomienda el uso de humidificadores y de lubricantes oftalmológicos, si bien advierte de que "deben ser prescritos por un especialista".
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