España

Una Presidencia sin liderazgo

La Razón
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La Presidencia de la Unión Europea ha coincidido con uno de los momentos más difíciles de la economía española. Nuestros problemas financieros, de competitividad, de sobreendeudamiento, inmobiliarios, del sector público y la caída del potencial de crecimiento, han provocado un gran problema de credibilidad, respecto a la posibilidad de refinanciar nuestras deudas en los mercados financieros, lo que se ha traducido en un aumento espectacular de nuestra prima de riesgo y en un aumento del paro que duplica a la media europea. Con esa realidad, nuestropresidente del Gobierno carecía de toda capacidad de liderazgo. Bien al contrario, los 600.000 millones de euros, que debemos a los alemanes y a los franceses provocó que en mayo entrásemos en protectorado económico y que se dotase un Fondo de Apoyo, que en gran medida estaba pensado para España.Estos «tirones de orejas», nos han hecho reaccionar tímidamente para poder tranquilizar al resto de países. El Gobierno tomó medidas que han sido insuficientes, además de tardías. La bajada del salario de los funcionarios, la congelación de las pensiones, la supresión del famoso, y tan aireado, en su día, «cheque-bebé», son algunas de las medidas que, de la noche a la mañana, se tomaron, sin enmarcarlas en un programa de recorte de gasto público ni de reformas estructurales para reducir el gasto estructural, pensiones, Sanidad, Administraciones Públicas, ect. Así mismo, se debe aplicar medidas de oferta para mejorar el potencial de crecimiento, laboral, energético, justicia o finanzas, entre otras. Sin embargo, sólo se han aprobado pequeños cambios en el mercado laboral que pueden favorecer ligeramente el ajuste de plantillas, pero que reducen la flexibilidad.Como se ha establecido hay que continuar haciendo reformas estructurales que permitan mejorar la competitividad de nuestra economía, para lo que es necesario mejorar la eficacia del mercado de trabajo e incrementar el crecimiento, siendo éste el gran generador de empleo. Y para conseguir este objetivo, el mercado de trabajo debería gozar de mayor flexibilidad y movilidad de los trabajadores por todo el territorio nacional. Así mismo, las cotizaciones a la Seguridad Social constituyen uno de los elementos que más inciden en la pérdida de competitividad de las empresas españolas, por lo que sería necesaria una rebaja generalizada de las cotizaciones sociales para todo tipo de contratos, ya que las contribuciones de los empresarios españoles son las más altas de toda la UE.Durante estos meses, nuestra Presidencia tendría que haber servido para procurar que Europa se adaptara con rapidez al nuevo contexto mundial, en el que jugase un papel más activo ante la Globalización, pues ésta intensifica los procesos de integración económica protagonizados por la liberalización del comercio internacional y por la coordinación de las políticas económicas. Los avances tecnológicos, la Globalización y la flexibilización de los mercados, así como la movilidad de la mano de obra, favorecen un crecimiento prolongado sin tensiones inflacionistas, lo que puede significar moderar los ciclos económicos, puesto que las características estructurales son distintas a las del pasado. Y es que un incremento de la demanda de bienes y servicios no se traduce, necesariamente, en mayores tensiones inflacionistas si este va acompañado del aumento de la oferta o es absorbido por la mejora de la productividad, fruto de los avances tecnológicos. De este modo, España debería haber intensificado la capacidad europea en el campo de la innovación, además de responder a los retos tecnológicos que surgen.Estos dos fenómenos, la Globalización y la tecnología, se refuerzan mutuamente, puesto que la primera es consecuencia de la segunda y, a su vez, un mercado global y más competitivo fomenta la innovación tecnológica, factor clave del crecimiento, lo que consolida el proceso globalizador. En este nuevo entorno, la rápida difusión de los productos y las tecnologías permite, indudablemente, suavizar los ciclos económicos; y un crecimiento elevado y sostenible en el tiempo es el elemento fundamental para pasar de una economía industrial a una economía del conocimiento y mejorar, al mismo tiempo, los niveles de vida de la sociedad. Han tenido seis meses para dotarnos de normas que nos permitieran resolver los problemas derivados de las rigideces institucionales. También se debían haber analizado, con racionalidad económica, los problemas medioambientales y haber tratado de dar respuesta a los mismos sin que mermase la capacidad competitiva de las empresas europeas frente a las que tienen las de los países de otros continentes. También se tendrían que haber adaptado los sistemas sociales a los cambios demográficos y haber garantizado la sostenibilidad financiera de cara al futuro. En relación con la energía, se debería haber pensado en solucionar los problemas de abastecimiento y dependencia de la misma. Y en un ámbito más social, la renovación de los sistemas de educación y de formación hubiera sido fundamental, para orientarlos hacia las nuevas necesidades del mercado laboral en permanente transformación por los efectos de la crisis. Esta Presidencia tendría que haber tomado más medidas, dentro y fuera de España, pero se han convertido en seis meses que pasarán a la historia de Europa sin ninguna trascendencia.