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No lo veré yo

La Razón
La RazónLa Razón

Ni tampoco lo más jóvenes de mis lectores: el Régimen del Bienestar Global se de- rrumbará, como se derrumban cualesquiera ordenaciones; pero, aunque no es todopoderoso como se cree, recursos tienen sus Estados, trucos sus Capitales, para sostenerse aún (cambiando, con revoluciones dentro del Orden, como siempre) lo bastante para que ni tú ni yo lo veamos hundirse. No se cuenta aquí con ningún futuro: ¿cómo iba el corazón, lo que nos quede de sentido común y pueblo vivo, a poner sus esperanzas en el futuro, si es el arma del Poder, que quiere (y nunca lo podrá del todo) reducir la vida de uno a su futuro, como que la función del Poder es la administración de muerte y no hay más muerte real que la futura? Cualquier rebelión que se iscribe en la Historia, que quiere contra el Amo usar las armas del Amo, no puede hacer más que lo que está hecho, y al común de la gente no le vale nada. Perdona, lector, que te ponga en un trance desgarrado: o lo único que te importa, la sola alegría a la que aspiras, es lo que vayas a conseguir (o tus hijos o nietos) dentro de los límites que te tiene marcados el Señor de tiempo, y entonces has de ser consecuente, darte por satisfecho con cada éxito de tu carrera, el cónyuge o la cónyuge, los hijos, la jubilación, y disfrutar sintristeza de los sustitutos que te venden como bienes, celebrar conregocijo fiestas, llegada de un año nuevo que se sume a los anteriores y se reste de los que te quedan, y morir a tu hora con los oídos bien tapados a cualquier impertinencia, ¿no? O no; o sea, que no te lo crees, que hay algo en ti que palpita por una libertad que ya no sea tuya ni esté en futuro alguno, y entonces la alegría que te queda es la de que eso que los Medios te cuentan cada día para asegurar tu Fe (que nunca está segura) era mentira y que se puede, a pesar de todo (ya ves, lector), descubrirlo y declararlo.