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Sales de baño fertilizantes o incienso «esconden» nuevas drogas según la UE

Las llamadas "nuevas drogas", sustancias psico-activas nunca antes detectadas, se encuentran a la venta bajo la apariencia de sales de baño, fertilizantes o incienso, según datos del Observatorio Europeo de Drogas y Toxicomanías.

La investigadora española Ana Gallegos, responsable del sistema de alerta rápida a nivel europeo para este tipo de estupefacientes, advirtió de "la falsa sensación"de seguridad que tienen muchos de sus consumidores debido a su fácil acceso a través de Internet o en tiendas especializadas.

El OEDT -cuya sede se encuentra en Lisboa- identificó 49 nuevas drogas en 2011, 8 más que un año antes y el doble que en 2010, tal y como señala el informe divulgado la semana pasada.

En la comercialización de esas sustancias estupefacientes ya está implicado, además, el crimen organizado y su producción crece "a un ritmo sin precedentes"según los registros del organismo.

Prueba de ello es el número de páginas web en las que se ha detectado que se venden estas sustancias psicoactivas, y que en apenas un año -de enero de 2011 a enero de 2012- aumentaron de 314 a 690, según Gallegos.

En su opinión, uno de los peligros que entraña esta nueva tendencia es su rápida propagación, tal y como se pudo ver en Inglaterra, donde la mefedrona (de efectos similares al éxtasis) pasó de ser desconocida a convertirse en la tercera droga más consumida "en pocos años".

Se calcula que en torno a un 5 por ciento de los jóvenes europeos han probado en alguna ocasión este tipo de sustancias y parte de la "popularidad"de las nuevas drogas se debe también a que "en general son más baratas", señala.

El bajo precio para el consumidor contrasta, sin embargo, con los complejos medios y los elevados costes que conllevan los análisis que permiten detectar estas sustancias, que sólo pueden ser realizados por grandes laboratorios.

"En otras drogas utilizamos test muy básicos, pero éstas requieren personal especializado y el uso de material muy específico", explica la investigadora española, natural de Figueres (Barcelona) y doctora en Química por la Universitat de Gerona.

La primera señal de alerta suele llegar "de hospitales, cuerpos policiales, aeropuertos y aduanas", dependiendo de los casos, aunque su análisis se remite a los laboratorios especializados.

"Hay muchas más de estas nuevas drogas en el mercado de las que nosotros encontramos. El trabajo de detectarlas no es tan fácil", admite.

Entre sus consumidores se encuentran "jóvenes, estudiantes, gente que hace uso de ellas de forma esporádica en contextos relacionados con el ocio", pero también los llamados "psiconautas", personas normalmente de edades más avanzadas y que pretenden experimentar sensaciones probando lo último en sustancias psicotrópica.

La producción de estas nuevas drogas se aglutina sobre todo en China e India debido a sus menores costes de fabricación y se exportan posteriormente a Europa, donde "se distribuyen, empaquetan y venden", según Gallegos.

La gran paradoja de la lucha contra el tráfico de estos estupefacientes radica en que muchos de ellos no son ilegales por escapar a las regulaciones vigentes porque no han sido detectados nunca antes.

Cuando se anuncian directamente como sales de baño, fertilizantes o incienso, por ser sustancias a priori no dirigidas al consumo humano, no se les pueden aplicar, además, las leyes que rigen el comercio de alimentos o de medicinas.

La investigadora española del OEDT subraya que conseguir la ilegalización de cualquier sustancia a nivel europeo exige un trabajo arduo.

"Hay que probar su toxicidad, que se haya extendido su uso y que redes criminales están implicadas en el negocio", explica.

Los traficantes también utilizan otros subterfugios para crear nuevas drogas y escapar a los controles, entre ellos utilizar "pequeñas modificaciones en las estructuras químicas de medicamentos, como barbitúricos, sedativos o analgésicos".

"Los productores están muy bien informados de las medidas legales, e incluso en muchas páginas web algunas sustancias se venden en ciertos países y en otros no, en función de sus leyes", advierte Gallegos.