Presidencia del Gobierno

Semana sin hojarasca

La Razón
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Estos periodos vacacionales ayudan a demostrar que la realidad política de chicharra y bronca, que va sobre lianas de frases, se produce como los embutidos en una fábrica. Cerrada la fábrica por descanso del personal, no hay morcón ni lomo ni salchichón. En el parón queda claro que no existen tantos hechos políticos, sino un bastardeo de declaraciones y contradeclaraciones, artificial y sobrante, que ni traslada ni seduce ni añade nada al ciudadano. Los políticos descansan y el hecho que parecía tan urgente, a vida o muerte, se va con ellos. En laborable, al pobre peatón se le agita, se le solivianta, se le obliga a posicionarse en función del interés de un escudo de armas partidista y se le zurra con opinantes en nómina. Puesto en limpio, el mundo siempre se presenta dividido en dos, sabiendo que «se debe ser más enemigo de los enemigos que amigo de los amigos». El ciudadano pasa. Éste hace tiempo que se desenganchó y, el CIS canta como San Pedro, que la gente está entre la desafección, el desconsuelo y el desprecio. Las vacaciones de Semana Santa irrumpen para irse y cala más la sensación: la mayoría de los mensajes de nuestros prohombres son hojarasca. El superficial y cansino rifirrafe entre los partidos y sus voceros.Y encima, apenas siete días después, han vuelto con energía renovada.