Inmigración

Desbordada por la situación por Valvanuz Sánchez de Amoraga

La Razón
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Han existido tres momentos muy diferentes en la primera sesión del juicio a Isabel Pantoja. El primero, a su llegada, donde se ha visto a la tonadillera con un aspecto desmejorado. Intentó compensarlo con paso firme para recorrer todo el trayecto desde el coche hasta la Audiencia. Con la barbilla ligeramente levantada, una pose altiva, ha intentado demostrar fuerza y seguridad ante la adversidad. Pero la tensión de la musculatura de la boca revelaba que la sonrisa era forzada, poco natural y una mera ocultación del sentimiento de preocupación. Las gafas de sol ocultaban la mirada, porque los ojos reflejan el alma.

En cuanto ha atravesado el arco de seguridad su rictus ha cambiado, su sonrisa forzada se ha transformado en seriedad y la cabeza, levemente levantada se ha inclinado hacia abajo demostrando así sus verdaderos sentimientos. La tensión que se apreciaba en su mandíbula es síntoma de nerviosismo y preocupación. Una vez sentada en el banquillo de los acusados su manos fueron el punto de anclaje para controlar los nervios. Los hombros caídos, el rictus serio, las piernas en paralelo muestran el mal trago. La inclinación de su tronco hacia el tribunal y la leve inclinación de la cabeza hacia la derecha denotaban interés y preocupación por lo que se decía desde la tribuna.

Al abandonar la Audiencia Pantoja ha vuelto «al escenario», al público, por lo que se ha mostrado fuerte y ha retomado su paso firme. Ella ha intentado dominar una situación que realmente la desborda, pero su lenguaje no verbal es característico de una situación complicada.

 

Valvanuz Sánchez de Amoraga
Psicóloga y coach