Europa

Medidas económicas

Nueva política internacional por Cástor Díaz Barrado

La Razón
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Es posible que la conmoción que produce la situación económica en la sociedad española deje en un segundo plano otros aspectos, entre los que se encontraría el papel de España en la escena internacional. Nuestra política exterior parece atenazada por las consecuencias de la crisis financiera y la necesidad de superar la falta de recursos y medios. Sin embargo, una buena visión de España y una sistemática y coherente política exterior serían factores de desarrollo y mecanismos muy útiles para asegurar el bienestar de los ciudadanos. Aunque resulte descarnado decirlo así, las relaciones internacionales son intereses, con valores por supuesto, pero, al fin y al cabo, defensa de los propios intereses. La sociedad española, desde la transición democrática hasta hoy, ha asentado sus valores también en las relaciones que mantiene más allá de nuestras fronteras. Democracia, derechos humanos y desarrollo económico y social constituyen la base sobre la que se proyecta nuestra política exterior. A partir de ahí, hay que situar al Estado español como un líder más en los foros internacionales, ahora que se advierten elementos de fragmentación y dispersión en esos foros. Este liderazgo a veces tendrá que ejercerlo en solitario y, en otros muchos, será compartido. Mariano Rajoy ha definido los ámbitos geográficos en los que se debe actuar con mayor intensidad en política internacional y ha señalado el significado que debe tener la posición española. Europa está en la base de nuestra acción exterior pero sería imprescindible que estuviéramos allí donde se adoptan las decisiones. La visión de que España debe estar en Europa está superada por aquella en la que Europa no se puede construir sin España y, sobre todo, que España es protagonista principal en el escenario europeo. Ahora que los Estados de Latinoamérica tienen un crecimiento económico espectacular, reorientar la política española hacia esta región es de sentido común. Los énfasis deberían situarse en cuestiones relativas al comercio, infraestructuras y, también, fortalecer a las empresas españolas, eso sí, con respeto a la identidad y cultura común iberoamericana y a nuestra rica diversidad. Falta un año para la Cumbre Iberoamericana, a celebrar en Cádiz en 2012, por lo que hay tiempo para diseñar un buen plan de actuación que, en beneficio de todos, potencie a España en el espacio iberoamericano. No hay que descuidar otras zonas de planeta, ni mucho menos, y la relación con los países emergentes y con los Estados Unidos ha de estar en las prioridades del nuevo Gobierno. Pero es un momento muy idóneo para la defensa de los intereses nacionales y la proyección de estos intereses. Todo cambio político abre una nueva oportunidad para la política exterior de España. Podemos aprovecharlo con una acción exterior sencilla en sus lineamientos y profunda en sus resultados.