PSOE

Agendas ocultas

La Razón
La RazónLa Razón

Rubalcaba, el gurú, anuncia un proyecto de cambio que aún no es más que un eslogan para salir del paso. Ayuno de victorias propias y enchufado a la RAI, el socialismo español celebra –no sólo él– el pepinazo antológico que le ha metido un tal Pisapia, en Milán, a Silvio Berlusconi. El resurgir de la izquierda italiana, siempre a la búsqueda de un mirlo blanco, coincide irónicamente con el ocaso de quien llegó a ser su referente, el ex líder del socialismo español Rodríguez Zapatero. El giro a la izquierda que, en 2004, sedujo a dirigentes y comentaristas próximos al Partido Democrático italiano resulta ahora tan lejano como el entusiasmo que la marca ZP sembró en la sociedad española. El desgaste de la marca ha revelado los daños estructurales que el culto al líder provocó en el partido, degradadas las siglas a la condición de mero sucedáneo. En una operación a la desesperada, los barones socialistas han parcheado la crisis sustituyendo el culto al líder por el culto al nuevo líder. Rubalcaba, el gurú, anuncia un proyecto de cambio que aún no es más que un eslogan para salir del paso. Frente a la agenda oculta de Rajoy, la agenda oculta de Rubalcaba. El líder del PP despacha las preguntas con lugares comunes y marcas blancas: una reforma laboral en abstracto y una ley de emprendedores que queda bien como título. El nuevo líder del PSOE habrá de mantener oculta también su agenda porque, el día que empiece a revelarla, el personal preguntará por qué no la aplicó mientras estuvo en el poder dos siglos. Sólo los ingenuos o desinformados dan hilo a la cometa del «giro hacia políticas de izquierda» que dará el PSOE para recuperar electorado. Me temo que el diagnóstico que Blanco y Rubalcaba hacen del hundimiento de mayo no es tan simple, ni tan superficial, como el de Gómez, Chacón y otros deslumbrados con el 15-M. El giro a la izquierda es un mito que no sobrevivirá a la Conferencia Política del otoño. Se aplicará un barniz indoloro que simule impermeabilidad a las «recetas neoliberales» y se adornará con «políticas sociales» cada párrafo del documento que de allí salga, pero este nuevo líder es un pragmático crecido en el socialismo clásico que aprendió a echarle agua al caldo ideológico a la vera de un aguador resolutivo llamado González. El debate con la derecha no va a estar en qué debe hacerse para reactivar la economía –ya no hay debate– sino en qué se hace después, cuando el crecimiento sea sólido y quepa replantarse cuestiones como la dependencia, las pensiones, los subsidios o el salario mínimo. Lo socialdemócrata no es ni la banca pública, ni freír a impuestos a los ricos, ni aumentar subsidios; lo socialdemócrata es generar actividad económica que produzca empleo, reduzca el paro, aumente los ingresos públicos y fortalezca el Estado del Bienestar. Por ahí construirá su relato «el esprínter Rubalcaba». Paréntesis: un esprínter que lleva treinta años en la pista no es esprínter, sino maratoniano. Es «marathon man» entrando al dentista.