Ferias taurinas

Jesús Fernández: No tenía más opciones había que salir a revientacalderas

Jesús Fernández: No tenía más opciones había que salir a revientacalderas
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El novillero Jesús Fernández, herido de pronóstico «grave» ayer en Las Ventas, tras sufrir dos cornadas, una en cada muslo, tiene una «buena evolución», a pesar de los «lógicos dolores y pequeños picos de fiebre» con los que ha pasado la noche.

Así lo afirmó el cirujano jefe del coso venteño, Máximo García Padrós, que le operó en la enfermería de la plaza antes de su ingreso en la clínica de la Fraternidad de Madrid, donde permanece en una habitación «muy molesto e incómodo al tener corneados ambos muslos». «Tener ambas extremidades afectadas le limita mucho la movilidad en estas primeras horas, pero en lo anímico está bien, satisfecho de lo que hizo, la serenidad con la que gestionó la situación y el eco que ha tenido su actuación por los comentarios favorables de medios y profesionales», explica García Padrós.

El novillero, por su parte, se pronunció en los mismo términos: «Me han puesto calmantes, no he tenido fiebre y a lo largo del día de hoy daré algún paseo para que vayan drenando las heridas». «No hay mal que por bien no venga, venía a Madrid dispuesto a que hablaran de mí como fuera, nadie quiere cornadas, está claro, pero lo importante es que hoy esté en los titulares de los periódicos, porque lo malo hubiera sido que estuviera ahora bien y no hubiera pasado nada», afirma orgulloso.

«No tenía nada, era mi primer paseíllo del año, por eso tenía que salir a revientacalderas, han visto mi disposición y espero que sirva de algo, de momento la empresa de Madrid ha dicho que cuente con una repetición para cuando esté curado», adelanta pensando ya en la vuelta a la cara del toro lo más rápido posible.

«Espero poder irme a casa mañana o pasado, los hospitales no me gustan mucho y tengo ya ganas de volver a ponerme delante del toro, ojalá la empresa cumpla su palabra y pueda volver pronto a Las Ventas», suspira.

«Decidí quedarme porque era mi única oportunidad y la herida no sangraba en exceso, me dolía pero podía andar y se había creado una emoción que me impulsaba para seguir adelante e intentar cortar la oreja», reconoce.

Luego, con la gente metida en faena, al tirarse a matar llegó la segunda cornada. «Me tiré a matarlo, porque sabía que podía cortarle la oreja, la pena es que resbaló la espada con una banderilla y no entró, me hiz carne y sangraba más que la otra, ya con los dos piernas heridas era imposible continuar», recuerda el novillero catalán sobre una cornada que supone su bautismo de sangre después de varios puntazos.