PSOE

Rubalcaba da el «sí quiero» y no para una «derrota digna»

Nueva página del socialismo. Alfredo Pérez Rubalcaba, que fue pasado, es presente y quiere ahora ser futuro, dio ayer el «sí, quiero» al PSOE para ser su candidato en las próximas elecciones generales.

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Lo hizo ante el Comité Federal, después de que Zapatero le propusiera ante éste y todos los secretarios generales le aclamaran. Como él quería: sin competiciones internas. Ni una voz se levantó en su contra. Y eso que como él mismo dijo durante su intervención ante el máximo órgano entre congresos –emulando una célebre frase de Groucho Marx–: «He pasado una semana estupenda, y no ha sido precisamente ésta». Porque el PSOE ha estado, ya saben, a punto del abismo tras la debacle del 22-M, y el vicepresidente primero, en un tris de tirar la toalla para suceder a Zapatero. Hundimiento electoral, voces que pedían un congreso extraordinario, candidatas retiradas de algo que nunca anunciaron, movimientos que pusieron al secretario general y al Gobienno al borde del precicipicio...

Rubalcaba llega al cartel electoral no precisamente tras un ejercicio de excelsa democracia interna y el secretario general de Asturias, Javier Fernández, lo expresó mejor que nadie: «Me ilusiona más el candidato que el procedimiento que lo ha elegido». Pero el procedimiento ha sido el único que podía evitar una guerra interna de incalculables consecuencias. Formalmente se abre el proceso de primarias, pero no habrá rival que se atreva a medirse con el vicepresidente, tras la retirada –no por generosidad ni lealtad, sino por falta de apoyos– de Carme Chacón. El próximo día 18 Rubalcaba, siguiendo los plazos previstos en el Reglamento, será proclamado candidato.

Ahora, el vicepresidente primero del Gobierno acepta el reto que le ofrece el PSOE, y no para lograr «una derrota digna», sino «una victoria democrática» con un nuevo proyecto político que pretende ofrecer a los ciudadanos.


Afear a Chacón
Sale al terreno de juego, dijo, con ganas y con la seguridad de que el PSOE puede ganar las elecciones generales. Pero antes, ayer quiso, sin mencionarla explícitamente, sí afear algunas maniobras de Chacón en los últimos días. Fue cuando dijo ante la plana mayor del PSOE que agradecía el ejercicio de «madurez y responsabilidad que habéis hecho para respetar los tiempos y las formas» y añadió: «éste es el lugar y el tiempo para decirlo al partido, porque «hasta ahora no he hecho una ni una sola declaración, ni un gesto, ni un solo movimiento. Se cuentan con los dedos de las dos manos los compañeros que me han oído hablar de ello incluso en privado». Luego, afirmó que daba un paso adelante, después de pensar en ello antes incluso de que el presidente anunciase el 2 de abril su retirada, y con el bagaje de haber sido miembro de los Gobiernos de Felipe González y de Zapatero. Para otros, este hecho será un lastre; para él, un privilegio porque ya dijo que comparte «todas y cada una de las decisiones que ha tomado el Ejecutivo».
 
Sus motivos para lanzarse a la candidatura los resumió en tres: por mis ideas y por la gente que espera razones para volver a votar al PSOE; por los militantes que lo pasan mal para «defender» al Gobierno en las calles y en los barrios, y por los candidatos autonómicos y locales que, habiendo hecho una «excelente gestión», perdieron el domingo «por ser del PSOE».

Por último, prometió hacer la autocrítica que demanda la militancia y mirar al futuro, porque «no se ganan las elecciones diciendo sólo lo que haría la derecha». La guinda de su intervencuión ante el Comité Federal la puso cuando se refirió a Zapatero como «un corredor de fondo» , ya que muchas de sus medidas «verán sus frutos dentro de un tiempo». El tiempo, sentenció, «te dará la razón».