Stoner se va de pesca

A Casey le encanta correr en moto, pero odia todo el resto de cosas que conlleva ser una estrella de la velocidad. Por eso, ayer disputó su última carrera en MotoGP antes de pasar a ser un jubilado más. Con 27 años recién cumplidos, dos títulos mundiales y un talento infinito, ha decidido parar aquí y disfrutar de «otras cosas de la vida». Aquí se incluye su hija Alessandra, su mujer y sus aficiones, que son las de un chico australiano criado en el campo. Le gusta pescar y la caza con arco, y ahora va a tener todo el tiempo del mundo para hacer ambas cosas. Las motos se convertirán en un «hobby» más para el «canguro», que no descarta participar en alguna carrera del campeonato australiano para matar el gusanillo.

Dentro de su frialdad, ayer se permitió el lujo de emocionarse al dar las gracias a todos los que le habían ayudado estos años después de arrebatarle el tercer puesto del podio a Bautista. «Tenía miedo de hacerme daño en el tobillo. La pista no daba ninguna confianza», explicaba Casey, que ya había conseguido su sueño hace dos semanas cuando ganó en Phillip Island.
En Valencia no quería arriesgar, sólo esperaba la hora de subirse al avión y pasar de piloto a ciudadano normal. Es lo que ha elegido. Se ha cansado de ser una estrella; prefiere irse de pesca.