Lauren Postigo

Las dos viudas de Lauren no quisieron enfrentarse por Jesús Mariñas

Lauren Postigo falleció el 9 de diciembre de 2006
Lauren Postigo falleció el 9 de diciembre de 2006larazon

Se impuso el señorío de La Camboria, una bailaora más que septuagenaria que hacía perder la cabeza a la misma Agatha Christie, que generó tantas intrigas, crímenes y situaciones inverosímiles. Precisamente esto es lo que fue lo que protagonizó con Yolanda Mora, joven viuda de un Lauren Postigo –o Castigo– de quien se cumple el cuarto aniversario mortuorio cuando tenía más de 80 años que no aparentaba. Bajo su platinado pelucón bullían proyectos relacionados con la copla a la que dio sitio en sus entonces aplaudidos «Cantares».

Yolanda Mora, su peleona viuda gritona que no encuentra espacio escénico en el que asentarse después de que Enrique Cornejo casi la hiciera figurante en «Usted tiene ojos de mujer fatal» –por cierto, papelón el de Lara Dibildos en la obra–. La viuda no es el estrellón que generó la ceguera sentimental de Lauren, quedó en esbozo sin rematar. La llamaron de «DEC» para rendir homenaje al fallecido y, de paso, trajeron de Fuengirola a Carmen, la que fue su esposa durante medio siglo y madre del único hijo que tuvo, muerto en accidente de tráfico. Aspiraban a juntarlas porque Camboria –con 75 años mantiene genio e impecable estampa– sigue reclamando objetos personales que dejó en manos de su entonces marido «al que abandoné, porque fui yo quien lo dejó, tal y como estaba la situación. Él siempre tenía líos de poca importancia, asuntillos de días hasta que conoció a ésta», señaló.

El material en cuestión son cartas autógrafas de Agatha, el diario de su hijo fallecido, fotos familiares y un sinfín de recuerdos entre los que figura algún boceto de Picasso y Dalí, ya no todo es sentimentalismo. Camboria tomó por encerrona el intento no logrado de sentarlas en el mismo plató y tuvieron que ocupar dos espacios para no verse las caras, muy avinagrada en el caso de La Camboria, que mantiene porte, dignidad y sigue firme en su lugar como mujer herida. Todavía sangra y eso que han pasado veinte años.

Yolanda se desgañitó manteniendo sus derechos, negando tener nada de lo que la otra reclama, siempre tutelada por su oxigenada mamá que lanzó improperios mientras seguía el rifirrafe. Fue como una marcha atrás a los tiempos en los que no se entendía a una folclórica sin carabina al lado: la de Estrellita Castro hizo historia con sus dislates, igual que Rosario, progenitora de la Jurado. De ella cuentan y no acaban: «Un día volvían de América, hicieron escala en Lisboa, las despidieron con un ‘‘muito obrigado'' y ella dijo a la más grande: ‘‘Rosío, hija, abrígate que lo ha recomendado el piloto''».