París

Clooney un asesino a sueldo en busca de la redención

A Jack se le dan bien tres cosas: arreglar cualquier artilugio, las mariposas y disparar por encargo. Pero el frío asesino quiere cambiar de vida. ¿Les suena la historia? Quizá, pero Anton Corbijn, afamado fotógrafo metido a cineasta, la cuenta en «El americano» a su manera. Y con Clooney.

Clooney un asesino a sueldo en busca de la redención
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El arranque de «El americano» promete una mirada inédita al manido subgénero del «asesino-a-sueldo-pero-con-buen-corazón». Porque Jack (George Clooney) no parece tenerlo, y la secuencia que abre el segundo filme del holandés Anton Corbijn lo deja claro: estamos ante un tipo frío, tan frío como el hielo del paisaje en el que arranca la historia. Corbijn, fotógrafo famoso por sus instantáneas en blanco y negro de estrellas del rock –tiene gracia que fantasee disfrazando a su antihéroe de fotógrafo en su doble vida–, presentó en Madrid esta extraña historia, inspirada en una novela de Martin Booth, sobre la búsqueda de la redención o, al menos, la posibilidad de una segunda oportunidad.

Enhiesto, Corbijn oculta un sutil sentido del humor tras un gesto inmutable. Se descubre cuando desea, muy serio, buena suerte a la selección española, todo un gesto viniendo de un holandés; o cuando responde, preguntado sobre lo parco en palabras que es el protagonista, que George Clooney «tenía muy poca memoria». La realidad dulcificó a la «bestia» dibujada por los rumores, y Corbijn no gruñó a nadie: atendió a la prensa con respuestas inteligentes y entrando a todos los capotes.

Sin duda, la tranquilidad del éxito ayuda a relajar los posibles nervios: «El americano», a pesar de ser un filme atípico, de factura europea –nada de grandes explosiones, persecuciones o tiroteos exagerados–, se situó en su primera semana en el número uno de la taquilla en EE UU. «Me sorprendió mucho al principio –reconocía Corbijn–, porque no rodé la película con esa idea. No es el tipo de filme que la gente ve hoy en día. Y definitivamente no se trata de un thriller de acción».

Sin duda, contar con el poderoso George Clooney, no sólo como protagonista sino como productor, ayudó: «Es un papel oscuro y muy diferente a lo que él suele interpretar, pero me llamó la atención su fuerza y en seguida me olvidé de que era una estrella. George está igual de interesado en los filmes europeos como pueda estarlo en los de EE UU. Además, como el filme tiene ese título, ¡tenía que incluir a un americano por algún sitio! Y Clooney fue el mejor que podría haber encontrado», bromea el director, quien llegó a ofrecerle el papel del silencioso asesino a Bono, el cantante de U2: «Pero era incapaz de mantener la boca cerrada cinco minutos», suelta con esa complicidad de la que sólo un buen amigo puede alardear.

Volviendo a «El americano», cuenta Corbijn que dosificó a propósito lo que sabemos del protagonista, un hombre sin apenas pasado visible: «La falta de información ayuda a veces a mantener la atención». Y reconoce que mantiene dos nexos con «Control», su opera prima sobre el malogrado cantante de Joy Division: «Me gustan las historias de gente que quiere cambiar su vida. Otra cosa que se repite en ambos filmes es que son personajes solitarios», cuenta el director.

El paisaje, protagonista

La cinta apuesta por una serenidad campestre, marcada por los silencios de Jack, capaz de apretar el gatillo con la misma calma con que identifica a una rara especie de mariposa, y por la aridez de los Abruzos. «Usaba los paisajes para enfatizar la soledad del protagonista. También para reforzar cierto vínculo con el spaguetti western», explica. Sin embargo, dice no haber visto ninguna de las cintas de acción de Jean-Paul Belmondo y Jean-Pierre Melville, «aunque sin duda la película está muy influida por el cine europeo de los 60».

Después de dos incursiones en el cine, Corbijn aún no tiene claro qué hará en el futuro, aunque espera hacer al menos una tercera película. De momento seguirá publicando (un libro con Tom Waits y otro sobre el rodaje de este filme) y tiene exposiciones a la vista en Nueva Yor ky París: «La fotografía es mi gran amor, y el cine requiere mucho tiempo, algo que no tengo», resume. Lo que es seguro es que, como buen artista, sigue buscando: «No sé si he encontrado mi estilo. Sin duda me voy acercando». Y cuenta que la música le ha servido de mucho: «De los videoclips aprendí a trabajar en grupo. También a contar una historia. Si ves mis primeros vídeos son casi como fotos fijas, y poco a poco la imagen ha ido moviéndose más en ellos. Rodar películas es una combinación de todo lo que había hecho hasta ahora».