Londres
Alfred Molina: «Por desgracia mi personaje es un cobarde redomado»
El actor británico de 55 años Alfred Molina no es nuevo en las grandes producciones de acción y fantasía. Ahora se mete en el papel de un "corbade redomado"en "El Príncipe de Persia", que se estrena hoy.
Alfred Molina hizo su debut cinematográfico con un pequeño papel en "En busca del arca perdida", tras una brillante carrera en teatro y en televisión. Desde entonces ha hecho papeles como el de Doc Ock en "Spider-Man 2", ha participado en "El código Da Vinci"y muy pronto lo veremos en "La Pantera Rosa 2"y en una versión para la gran pantalla de "La Tempestad", de William Shakespeare.
Su personaje en "El príncipe de Persia", el Jeque Amar, resulta un poco enigmático. ¿Es un héroe o un villano? ¿Amigo o enemigo? ¿Rico o pobre? ¿Y qué hay de su misterioso compañero, Seso, interpretado por el también británico Steve Toussaint?
P: -¿Puede hablarnos sobre el personaje del Jeque Amar?Alfred Molina: El Jeque es el elemento cómico de la película, un pícaro. Al principio es el malo pero luego, muy a su pesar, se convierte en el aliado del héroe cuando ambos descubren que tienen un interés en común. Mientras que Dastan actúa movido por el honor, la venganza y un montón de cosas buenas, la motivación del Jeque es principalmente la avaricia, la lujuria y el deseo de hacerse con oro. Los dos se alían para alcanzar sus objetivos. Al final le llega la redención cuando hace aflorar lo mejor de sí mismo, pero continúa siendo un pícaro. Hace cuarenta años habría hecho mi papel Sir Peter Ustinov. No cabe duda de que no es un villano como Doc Ock; es mucho más práctico y una versión más barata, actúa a menor escala; lo único que le interesa es el oro y el dinero y todo lo que pueda sacar de la situación. Piensa a corto plazo.P: ¿Dónde encaja el Jeque en la historia y en el mundo de "El príncipe de Persia"?Alfred Molina: Dastan invade mi territorio y yo quiero saber quién es. Se deshace de mí pero luego lo capturo de nuevo. Él cree que va de incógnito pero yo sé quién es. Inmediatamente el jeque piensa en el dinero. La Daga del Tiempo, que significa una cosa para Dastan y Tamina, significa algo totalmente distinto para mi personaje. En la película queda patente con una declaración que hago. En un momento dado le quito el cuchillo y se lo lanzo a uno de mis subordinados diciendo: "Lo voy a derretir para extraer las joyas".P: ¿Tuvo algo que decir en cuanto a la apariencia y el vestuario de tu personaje?Alfred Molina: Penny Rose, nuestra diseñadora de vestuario, tenía una idea clara de lo que quería. Lo que decidimos es que tenía que ser en plan grandioso pero raído. En su día mi ropa habría sido fantástica, llena de bordados de oro, terciopelo y piel, que son los materiales más caros de aquel mundo y los que de verdad denotan riqueza y abundancia. En su día el abrigo que llevo habría sido precioso; el día que lo compré o, probablemente, el día que lo robé. Es el único abrigo que tengo y lo llevo todos los días, así que empieza a verse muy gastado. Me encanta la idea. Probablemente le ha robado el abrigo a alguien rico y se lo pone hasta la saciedad. Lo mismo ocurre con las botas, que ya están muy gastadas. En el turbante se ve una línea de hilo de oro pero ahora está ya muy estropeado y tiene un aspecto horrible. Le encanta la riqueza y todo lo que brilla pero él tiene pinta de persona apagada y desharrapada.P: ¿Es muy diferente trabajar en "El príncipe de Persia"a trabajar en otro gran éxito como "Spider-Man 2"?Alfred Molina: Es muy similar en cuanto al gran nivel al que se hacen. Es una gran película que se tarda meses en rodar. No cabe duda de que refleja la cantidad de trabajo que se lleva a cabo para hacerla. Y a eso hay que añadirle la riqueza que le confiere el estar ambientada en un período histórico, aunque no se especifique con exactitud cuándo tiene lugar. Hace menos hincapié en la alta tecnología punta y más en la fantasía y la aventura. En nuestro universo puede haber simplemente una gran nube de humo y aún así es emocionante. En "Spider-Man"hay que ser un poco más técnico. La diferencia recae sobre el ambiente y el estilo de la película pero en lo que a los recursos y especialización se refiere, -aparte de tiempo y esfuerzo-, son muy similares.P: ¿Hizo muchas escenas de lucha en la película?Alfred Molina: No, por desgracia mi personaje es un cobarde redomado. Participo en una escena en la que hay una gran lucha, pero mi personaje se esconde o detrás de alguien, o detrás de algún mueble. No es un guerrero, es un maquinador. Es como un vendedor de coches de segunda mano, y encima de los corruptos. Hay mucha alegría, mucha diversión y mucha sordidez. Es muy listo y tiene un instinto de supervivencia mucho mayor y más refinado que el de ningún otro personaje de la película. Todos los demás están dispuestos a sacrificarlo todo y mi personaje no cabe duda de que no. Considera la valentía como algo sin ningún sentido. P: Su personaje tiene una agarrada con unos avestruces en una escena. ¿Qué pasó y qué retos supone rodar con tantos animales en el plató?Alfred Molina: En el guión, parece un momento de lo más corriente, pero descubrimos que los avestruces –aparte de constituir una fuente muy baja de proteína-, tienen un gran potencial cómico. Si se los dirige bien y les das la motivación adecuada, resultan muy graciosos en pantalla. Lo irónico del asunto fue que los adiestradores estaban venga a decirnos que teníamos que tener cuidado porque estas aves son muy impredecibles y pueden ser peligrosas. Nos dijeron que en realidad no se puede amaestrar a un avestruz y yo siempre pensaba: ¿Y cómo es que os pagan por amaestrar a estos avestruces?". Pero después descubrimos que son unos animales encantadores. Observé que cada vez que una adiestradora estaba ocupándose de ellos durante los descansos les acariciaba el cuello, así que pensé que si yo hacía lo mismo se acostumbrarían a mí. Cuando el director Mike Newell gritó: "ACCIÓN", le quité la capucha que le habían puesto para que estuviera a oscuras y por primera vez el avestruz se quedó completamente quieto. Hice el diálogo, le estaba hablando al avestruz de lo bonito que era, de cuánto lo quería, de que era lo único que quedaba de mi imperio. Fue increíble. Pero esa fue la única toma que pudimos hacer. Después de ésa, cada vez que lo intentábamos nos salía mal algo.
P: ¿Conocía la serie de videojuegos? ¿Se inspiró algo en ellos?Alfred Molina: No sé nada del juego, aunque mi ahijado trabaja en una compañía de videojuegos. Cuando le dije que me iba para empezar a trabajar en una película en Londres me preguntó que cuál era. Cuando le contesté que era "El príncipe de Persia"exclamó: "¡El príncipe de Persia, no puede ser, qué bien!"Se lo dijo a todos los del trabajo y estaban todos con muchísima ilusión de que finalmente se hiciera. Por lo visto, se ha estado hablando de hacer una película basada en el videojuego durante años. Mi generación se perdió todo esto. Me sentiría un poco raro yendo a una tienda a pedir el videojuego de "El príncipe de Persia". ¡Les tendría que pedir también que me enseñaran a jugarlo!P: ¿Para Usted, cuál ha sido el momento más extraordinario durante el rodaje de esta película?Alfred Molina: El ver al avestruz conseguirlo, ¡en una toma! No, todo el entusiasmo que había. Es un trabajo muy duro y puede ser agotador pero cuando trabajas en una gran producción como ésta, es una experiencia muy especial. Trabajas a una escala enorme. La película que hice antes de ésta era una pequeña producción independiente en Chicago, con sólo una familia sentada a la mesa. Lo más técnico que hubo fue tener que comernos una cena de tres platos. Y en aquel momento nos parecía algo tremendo. Si lo comparas con esto te das cuenta de que estás trabajando a un nivel increíble. Es muy emocionante. Ésta es la razón por la que decidí hacer cine. La película con la que me di cuenta de que quería ser actor fue "Espartaco". Piensas en la escala de la película por aquel entonces y parece como de andar por casa, pero en su día fue el equivalente a "El príncipe de Persia". Recuerdo estar viéndola y pensar: "¡Eso es lo que quiero hacer!".
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