Bayern Leverkusen
Alivio final
El partido se hizo largo. Con tan pocos momentos emotivos, con el transcurrir de los minutos crece la modorra. Afortunadamente, en la segunda parte, por los goles hubo despertar. El terreno no estaba para jugar al fútbol. Lituania tiene mejores futbolistas que estadios y si en el partido de ida se defendió bien y mostró ciertas condiciones plausibles, en su terreno también perdió parte de sus virtudes.
El equipo español, remodelado con respecto al que venció el pasado viernes a Chequia, tenía que jugar de manera distinta. De acuerdo con la alineación, así pareció que iba a ser. Con Llorente atrayéndose a los dos centrales, y fútbol directo, Villa podía entrar al remate en la segunda jugada, pero tratar de manejar la pelota al estilo del toque era inconveniente. El balón era difícil de dominar porque botaba de manera imprevisible. Convenía juego menos elaborado, la entrada por las bandas y la búsqueda de Fernando Llorente, quien si no remata tiene suficiente habilidad para poner el balón a disposición de un compañero.
Para juego más acorde con el terreno habría sido necesario contar con laterales más proclives a la subida por las bandas y, aunque Iraola y Arbeloa estuvieron correctos defensivamente, en el ataque contaron poco para sus compañeros.
El partido comenzó a inclinarse para España con el remate de Xavi que desvió un defensa y el balón describió una parábola que imposibilitó la parada del portero. Fue el empate del valencianista Stankevicius lo que hizo reaccionar a los españoles.
Con más nervio llegaron dos tantos más, el segundo también en colaboración lituana. Mata, en la mejor jugada, remachó la victoria. Alivio final.
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