Camino de Santiago
El «Códice Calixtino» por Sabino Méndez
Siglos de tiranías y crueles dictaduras han dejado demostrado que, para defender cualquier cosa, no hay nada mejor que una buena armada de gorilas. A pesar de ello, y con un notable talante pacifista, nuestros museos se empeñan en proteger sus patrimonios depositando su confianza en un montón de «gadgets» estúpidos de agudísima tecnología.
Por eso me ha parecido entrañable el robo del «Códice Calixtino» y su procedimiento: simplemente se olvidaron la llave puesta. En general, cuando sucede un robo de este tipo, el modus operandi de los ladrones suele servir de ayuda a la Policía para limitar el número de sospechosos: si la tecnología del asalto es sofisticada, sólo podrá estar al alcance de unos pocos. Pero, claro, en las condiciones del robo de Santiago, el abanico de posibilidades de sospechosos se ha ampliado notablemente. Pudiera haber sido desde un ladrón de guante blanco, observador y con buenos reflejos, hasta un boy-scout curioso que estuviera haciendo el peregrinaje y haya tenido un mal momento.
Puesto que, como ya deben conocer ustedes, el aumento de población en paro ha provocado una avalancha de gentes que pretenden hacer el camino de Santiago (por piedad, desesperación o para entretenerse en algo mientras dura la crisis) yo instaría a los gallegos a que vayan echando llave a todo lo de valor. Confío en que nuestra eficiente Policía ya habrá resuelto el robo para cuando aparezca esta columna. De lo contrario me temo que se nos avecinan un montón de superproducciones americanas y secuelas tituladas «Indiana Jones en busca del Códice Calixtino» o «Harry Potter y el misterio del botafumeiro». Y lo que es peor, mientras tanto, las cosas seguirán subvertidas con Bildu en las instituciones y los artistas declarando en la Audiencia Nacional. O sea, el mundo al revés.
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