Conciliación
«El error de Lladró fue no reconocer al líder dentro de la familia»
¿Por qué ha creído importante escribir este libro en este momento?
- Con este libro he querido decir no al capitalismo salvaje, porque crea puestos de trabajo, pero salvajemente. Ahora bien, también digo que no al capitalismo socializado; se está demostrando que destruye tejido empresarial y crea paro. En cambio Lladró ha practicado el capitalismo humanizado. Es preciso que en este momento se aplique ese tipo de capitalismo, porque si no nos apoyamos unos a otros y hay luchas de colores, no saldremos del atasco.
- ¿Qué es lo más importante para que funcione una empresa familiar?
- Conviene que la empresa familiar dé la sensación de que nos complementamos unos a otros. Ahora bien, es preciso que mande el mejor, pero esa persona no puede ser el soberbio de la familia, ni el creído, ni al que todos le rindan cuentas. Tiene que ser el que pase inadvertido, pero que tome las decisiones rápidamente.
- ¿Quién fue ese líder en Lladró?
- La elegancia de los Lladró ha sido dar la sensación de que los tres éramos iguales y nos complementábamos, pero llega un momento en que eso es insoportable. Cuando hay rupturas es por algo. También influyó la crisis ocasionada por el atentado contra las Torres Gemelas. Pero hubo otras causas, como no reconocer al líder dentro de la familia. Cuando eso no se reconoce porque hay soberbia y orgullo, viene la ruptura porque todos quieren mandar. Eso ocurre en todas las empresas familiares, no hay ninguna que se salve.
- ¿Cuáles cree que han sido las consecuencias para Lladró de la ruptura entre los hermanos?
- No ha afectado solamente a los hermanos y sus familias, sino también a los trabajadores. Antes había muchísimas ventajas de trabajar en Lladró. El salario más elevado que había era el de Alemania, y el nuestro lo superaba. Se cobraba, a parte del salario, un 60 por ciento más de media por la productividad. Además se formaba a la gente, había una escuela de formación profesional.
- ¿Cuál fue el error?
- No se eligió al líder en su momento, no se hizo un protocolo familiar. Las empresas familiares no deben funcionar sin el protocolo, son como un país sin Carta Magna.
- Usted habla en el libro de una lucha de poder dentro de las empresas familiares, ¿hubo lucha de poder en Lladró?
- Dentro de Lladró y dentro de todas las empresas familiares, porque las otras se rigen por una severa autoridad.
- ¿Qué le habría gustado a usted que pasara?
- (Sonriendo y en tono jocoso) Como mi soberbia es muy desarrollada, me habría gustado que dijeran «oye Pepe, tú eres el mejor y vamos a hacer todo lo que tú quieras». En serio, no puedo contestar. Pero que pena que después de llevar una trayectoria impecable, los hermanos Lladró no hayamos sido capaces de resolver la situación. Mi hermano ahora, seguramente, tendrá el mismo problema. Él tiene cuatro hijas, y todas no son iguales. La lucha de poder estará igual, pero cuando él se dé cuenta y lo reconozca, pensará que por qué no se hizo en la generación anterior. Quizá sea la lección que debe aprender, pero yo quisiera que la aprendiesen todos los empresarios.
- Tal vez en el futuro la familia Lladró se pueda volver a unir...
- No es fácil, ni siquiera que se entiendan los hijos de Juan, o sea que les puede pasar lo mismo que a nosotros si no se ponen la vacuna adecuada, es decir, establecer quién es el líder y que se le respete. Y el que sea un dictador o un maníaco, que se lo guarde. Sin ese orden vienen los problemas.
- ¿Cómo cree usted que se está gestionando la crisis desde la esfera política?
- En la Comunitat tenemos un gran presidente. Pero en España se están haciendo las cosas muy mal. Hay un gasto público muy grande, todo lo que sea pasar de un 35 por ciento de gasto público, es malo. En España estamos cerca del 60 por ciento. Me parece que pueden haber muchos AVE pero faltan puestos de trabajo. Sin la iniciativa privada no puede ir nada bien.
- Cómo empresario veterano, ¿cree que éste es el peor momento económico que se ha vivido?
- Sí, estamos muy mal, el tejido empresarial que se ha destruido en los últimos tres años costará mucho de recuperar. En diez años no se recuperará.
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