Afganistán

Así es el mulá Naruallah el asesino de españoles en Afganistán

El mulá lidera a la insurgencia en el distrito donde están las tropas españolas en Afganistán. Se le responsabiliza de la muerte de tres militares y nueve heridos

Joaquín Moya. Sargento primero, murió el 6 de noviembre en una misión en Ludina. Manuel Argudín, el sargento falleció en un atentado al norte de Qala–i–Now, el pasado 26 de junio. Niyireth Pineda. La soldado perdió la vida en el mismo ataque que Argudin.
Joaquín Moya. Sargento primero, murió el 6 de noviembre en una misión en Ludina. Manuel Argudín, el sargento falleció en un atentado al norte de Qala–i–Now, el pasado 26 de junio. Niyireth Pineda. La soldado perdió la vida en el mismo ataque que Argudin.larazon

MADRID- El pasado 10 de febrero, un cabo primero de los equipos que se encargan de instruir al Ejército afgano, apoyado por otro cabo primero, arma su rifle de precisión en una colina cercana a la base española de Ludina. Sin temblarle el pulso, apunta y dispara. La bala, certera, acaba con la vida del mulá Rashid, considerado por la inteligencia española y el propio Ministerio de Defensa como el líder los insurgentes en esa zona y uno de los principales líderes talibanes en la provincia de Badghis, bajo control de las tropas españolas.

Él, junto a cuyo cadáver se encontró un lanzagranadas y un fusil con varios cargadores, era el responsable de la mayoría de los hostigamientos que habían sufrido hasta entonces en la provincia las tropas españolas e italianas. El cabo primero fue propuesto para una cruz al mérito militar con distintivo rojo y valor acreditado, pero recibió sólo una citación en la orden general –el Ministerio de Defensa afirma que la concesión de medallas a militares desplegados en el exterior no está dentro de sus atribuciones–.

Aumento de ataques
Muerto el principal líder de la insurgencia en la zona, ésta no paró sus hostigamientos y ataques. Muy al contrario, los incrementó. El continuo avance de las tropas españolas hacia el norte desde Ludina llevó a los talibanes a aumentar la presión para evitar que nuestro contingente estableciese puestos avanzados en la ruta Lithium, una de las dos carreteras que conectan Qala-i-Now (sede del grueso de las tropas) con Bala-Murghab, al norte de la provincia. No lo lograron, y nuestras tropas instalaron un puesto en plena ruta de salida del opio hacia Turkmenistán, lo que recrudeció la presión. Ésta se tradujo trágicamente en ataques cada vez más violentos. Los principales hostigamientos sufridos por las tropas españolas, los más duros, han sido precisamente en la zona de Ludina.

¿Quién está detrás de esa ofensiva para evitar que avancen nuestras tropas? Muerto el mulá Rashid, ¿quién es el enemigo número uno del contingente español? Las investigaciones de inteligencia han detectado al nuevo líder de la insurgencia en la zona española, insurgencia que se ha centrado en detener el avance del contingente hacia el norte y evitar que concluyan la ruta Lithium. El nuevo líder, según fuentes militares y de inteligencia consultadas por LA RAZÓN, es el mulá Naruallah, que sirvió bajo las órdenes de su predecesor, el mulá Rashid y que es especialmente agresivo. Su zona de control se extiende desde Qala-i-Now hasta Mangan, al norte de Ludina, y hasta la frontera de Afganistán con Turkmenistán.

Desde que asumió el mando tras la muerte de Rashid, a Naruallah se le responsabiliza de la muerte de tres militares españoles (el sargento primero Joaquín Moya, el sargento Manuel Argudín y la soldado Niyireth Pineda, caídos estos dos últimos en junio) y de herir a otros nueve militares, varios de ellos mutilados.

El nuevo líder de los insurgentes mantiene contacto con otros líderes en la misma provincia y, pasado el invierno que dificulta sus movimientos, la inteligencia española teme que lancen una dura ofensiva, en pleno inicio de repliegue de nuestras tropas, para asegurarse el control de las principales zonas de la provincia de Badghis. Los talibanes mantienen una estructura prácticamente de espejo a la oficial de la provincia y el contingente que la controla. Es decir, el gobernador tiene su «paralelo» en la provincia, los jefes de distrito su equivalente talibán y el comisario policial su espejo insurgente. Con ese sistema tratan de mantener el control de lo que hace la parte oficial y un seguimiento permanente de su actividad.