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Tras las huellas de Juan Pablo II

La Santa Sede, a través de una firmeza tranquila, ha hecho más por los disidentes y presos políticos que cualquier Gobierno y ONG 

Tras las huellas de Juan Pablo II
Tras las huellas de Juan Pablo IIlarazon

LA HABANA (CUBA)- Al igual que ocurriera con Juan Pablo II en 1998, Benedicto XVI no tiene previstos encuentros con opositores públicos al régimen cubano. «El Papa conoce bien la realidad de Cuba, y el hecho de «que las reciba o no (a las figuras de la disidencia) no significa que él esté ajeno» a la situación, asegura a LA RAZÓN el arzobispo de Santiago, Dionisio García. Y es que desde que el Papa polaco sembrara su semilla de esperanza y libertad en la isla con aquel «Que Cuba se abra al mundo...», la Santa Sede ha buscado otras vías ajenas a la confrontación.

El Papa tiene reservados dos periodos de descanso en los que podría sostener encuentros no previstos: después de su llegada a La Habana a la hora del almuerzo; y el miércoles entre una misa pública por la mañana y su partida por la tarde. Habrá que esperar para saber si hay sorpresas. Puede que se confirme un eventual encuentro con el padre de la revolución cubana, Fidel Castro, retirado del poder desde 2006. Fidel Castro fue maestro de ceremonias en la visita de Juan Pablo II, y definió al polaco como «un hombre de gran bondad y realmente noble».

Quedaron atrás los tiempos en que los «barbudos revolucionarios» perseguían abiertamente a los católicos confesos. Hoy, la curia empieza a recuperar su presencia en la vida pública, algo que busca reforzar Benedicto XVI en este peregrinaje. Ya es habitual ver a sacerdotes con sus sotanas negras por los pasillos del Palacio de la Revolución conversando con los militares del régimen.

La Iglesia ha conseguido lo que no pudo hacer nunca ninguna ONG, ni siquiera gobiernos como el socialista de España: liberar a cientos de presos políticos y favorecer que las condiciones mejoren, al menos parcialmente, en las cárceles de Cuba. Es una diplomacia tranquila, desde dentro, silenciosa e inteligente. Es un camino que empezó a allanar Wojtyla y que ahora viene a apuntalar Benedicto XVI.

Respeto ganado a pulso
Durante estos días, en el Hotel Nacional de La Habana, de estilo colonial, se ven sacerdotes, algunos de ellos también periodistas, como el español Manuel de Vicente. «Hay varias circunstancias que confluyen. La primera es que el sistema ya no funciona en Cuba», comenta. «La segunda es el respeto que la Iglesia se ha ganado desde que fue readmitida, por su labor humana, ayudando a los enfermos y necesitados. La tercera sería la sobrenatural. Los rezos han logrado el milagro», afirma.

Al margen de su relevante visita al Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, los católicos cubanos dan por seguro que el Papa proclamará venerable a lo largo del viaje al sacerdote e intelectual Félix Varela, al que ya mencionó ayer en el aeropuerto, junto con el beato José Olallo –hermano de San Juan de Dios conocido como el «padre de los pobres– y al creador del Partido Revolucionario, José Martí. A los tres los presentó como «insignes padres de la patria». 

Varela fue un cubano que vivió en el siglo XIX y que permaneció 30 años desterrado en Estados Unidos en su lucha por la independencia de España. El hecho de que el Papa bendiga la vida y obra de Varela, tendría interés, no sólo por ser un exiliado más de la isla –en tiempo diferente al de la dictadura, claro está–, sino sobre todo teniendo en cuenta que su proceso de beatificación, iniciado en 1996, está patrocinado económicamente por la Fundación Félix Varela, con base en Miami, y promovida por exiliados cubanos.

Al margen de este episodio, el arzobispo de Santiago de Cuba, donde el Papa inició ayer su visita, busca neutralizar toda tensión: «La Santa Sede sabe cuáles son los presupuestos ideológicos del Gobierno cubano», así como éste también «sabe cuál es el pensamiento de la Iglesia», explica el arzobispo García. A su vez, el Gobierno cubano minimizó las palabras del Papa que daban por caducado al marxismo. «Escucharemos con respeto a Su Santidad», respondió el ministro de Exteriores cubano, Bruno Rodríguez. 

 

Regreso del exilio en Miami para peregrinar con el Papa a La Caridad
Cuba está a tan sólo 145 kilómetros de Estados Unidos, pero para innumerables familias ésa es la distancia entre el pasado y el presente, la libertad en el exilio o la patria bajo vigilancia. Más de 300 cubanos de EE UU han llegado a la isla con la peregrinación del arzobispo de Miami, Thomas Wenski. No sólo quieren ver al Papa, sino venerar a la Virgen de la Caridad del Cobre. «Más que un símbolo religioso, ella es un símbolo patriótico que une a los cubanos de una forma que ninguna otra cosa puede lograr», explica Carlos Saladrigas, que en 1998, con el viaje de Juan Pablo II, se convenció de que el aislacionismo absoluto a la isla no era eficaz. Natalia Martínez dejó la isla con 6 años. Sólo recuerda a su abuela fumando en el patio. «Hace tiempo que quiero ver Cuba. Creo que esperaba el momento correcto», dice.