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Alcaldesas último artículo de Jorge Berlanga
Cautivo y desarmado, vencido y arrasado en las urnas el contingente más que rojo, ruborizado del PSOE, les han saltado las pulgas abertzales a los consternados trajes de marca donostiarras y en Madrid, bajo el olor de las patatas bravas del Callejón del Gato, uno abre «Luces de Bohemia» y el último bohemio, Max Estrella, proclama: «¡Es hora de instaurar la guillotina eléctrica en la Puerta del Sol!» Pero yo trato de aspirar ese aire de mayo que ya empieza a arder en la proximidad de una canícula aún intuida y me pregunto: «¿Ya está? ¿Se acabó? ¿Podemos seguir en paz, encender la tele y ver otras cosas que no sea la debacle política, la dichosa indignación, las caras largas y las risueñas con disimulo dejando caer un "chúpate ésa"?»
Desde que tengo memoria, aquí siempre estamos pidiendo cambios para luego seguir reclamando más e ir a menos. Pero lo más significativo esta vez creo que tiene tintes feministas, y es que resulta que en España vamos a tener más alcaldesas que nunca. Una vez hechos los correspondientes recuentos, las urnas nos presentan una piel de toro repleta de ayuntamientos con falda, lo que no se sabe si es una forma de derivar la política a una fórmula hogareña de meterse en harina, o por el contrario, aplicar la intuición y las capacidades particulares de la naturaleza femenina a las prosaicas labores de la Administración pública, que siempre puede ayudar a afrontar el fregado con otro punto de vista.
Siempre se ha dicho que el mundo empezará a transformarse cuando lo domine la mujer con otro tipo de sensibilidad. Habrá que empezar a olvidarse de aquellos venerables alcaldes con su bastón de mando hecho autoritaria vara de medir que han marcado la imagen de nuestro país durante tanto tiempo, para cambiarlo por un frasco de perfume de optimismo. A ver si al menos resulta un signo de modernidad o luego es otra decepción. Por ahora nos quedamos con el gratificante pensamiento de que el futuro es mujer.
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