Tocar no basta

Tengo la impresión de que los éxitos en la Eurocopa y el Mundial nos han impedido ver los defectos que tiene el fútbol de toque, que no siempre es muy efectivo. El juego que practican el Barcelona y la Selección nacional, máximas expresiones de ese tipo, fundamentado en los jugadores que se alinean en ambos equipos, como todo lo mitificado, acaba siendo un mal ejemplo dada la proliferación del sistema y los malos imitadores.
El fútbol se está amanerando. Hay tanta obsesión por la posesión del balón que jugadas de ataque acaban con el balón en manos de nuestro portero de tanto retrasarlo. Ya hemos visto encuentros en los que las cifras de posesión han sido casi infamantes y ello no ha evitado el triunfo del dominado y acorralado en su zona. Verbigracia: el partido del Inter de Milán en el Camp Nou. Al Barcelona le ha sucedido lo mismo otras veces. Contra el Mallorca en la última jornada liguera sin ir más lejos.
El fútbol actual comienza con la incongruencia de que quienes hacen el saque inicial en cada partido, en lugar de salir con jugada de ataque, van retrasando el balón hasta su propia meta.
Creer que no existe otro sistema que no sea el del toque, el pasecito corto y la pared para entrar en el área contraria es error. Hay otras muchas maneras de buscar el gol. Incluso el juego del tiqui-taca no es nada si no se practica velozmente. Con la empalagosa parsimonia es difícil sorprender al contrario. Tampoco resulta práctico el sistema híbrido: alinear un cabeceador en el centro del ataque sin extremos que le sirvan los balones.