Turquía
Ahmadineyad supera un pulso por el poder en Irán
El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, reanudó hoy su actividad con un viaje a Turquía, tres semanas después de echar un pulso por el poder con el líder supremo de la revolución y máxima autoridad del país, el ayatolá Alí Jameneí, que le ha llevado a ausentarse de la vida pública.
Según la agencia de noticias estatal Irna, el mandatario llegó esta mañana en Estambul donde participará en la IV Conferencia de Naciones Unidas sobre países en vías de Desarrollo, en la que tiene previsto pronunciar un discurso. Junto al mandatario, que prevé reunirse con el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, viajó el grueso de su círculo más próximo, incluido el polémico jefe de oficina presidencial, Esfandiar Rahim Mashai.
Al parecer, el enfrentamiento de este último con el ministro de Inteligencia, Heydar Moslehi, ha sido el detonante de la crisis entre Ahmadineyad y el líder supremo, que desde hace meses sacude los pilares del régimen teocrático iraní. La polémica ha desatado los rumores de que Ahmadineyad podría dimitir e incluso ser revocado en el cargo. En los últimos días, la clase religiosa ha multiplicado la presión sobre el presidente, al que le ha advertido de que no sobrevalore su poder, mientras que las fuerzas de Seguridad han practicado detenciones en el entorno más próximo de Mashai, cuñado de Ahmadineyad.
La razón esgrimida para las referidas detenciones es una polémica película religiosa que está bajo investigación de la fiscalía, en la que se anuncia que la llegada del duodécimo Imán o Mahdi está "muy próxima". Según la tradición de los chiítas duodecimanos, dominantes en Irán, el citado Imán, Muhamad ibn Hasan al Mahdi, se ocultó en el siglo IX y reaparecerá en algún momento de la historia para dar paso al final de los tiempos. Sin embargo, parece que tras la supuesta excusa legal se esconde, en realidad, el deseo de controlar el estratégico ministerio de Inteligencia ante las próximas elecciones parlamentarias, previstas para el 2 de marzo de 2012.
La disputa se reveló en toda su crudeza el pasado 17 de abril tras el intento fallido del presidente de cesar a Moslehi, enfrentado a Mashai, a quien clérigos y políticos ultraconservadores han tildado en ocasiones de enemigo del sistema. Pocas horas después de que el cese de clérigo fuera anunciado por la prensa oficial, Moslehi fue reintegrado en su puesto por orden directa y pública del líder supremo.
Durante las dos siguientes semanas, Ahmadineyad desapareció de la escena pública, e incluso se ausentó de dos Consejos de Ministros, azuzando los rumores de boicot y de crisis en el seno del régimen iraní. Tras nueve días de reto, el mandatario cedió y regresó a la escena el lunes, aunque según la prensa, ni él ni Moslehi coincidieron en el Consejo.
De acuerdo con una información divulgada por la página web iraní Ayandeh (Futuro), Jameneí habría dado un ultimátum a Ahmadineyad para que reincorporara a Moslehi o renunciara a su cargo. La supuesta amenaza del líder supremo, que hasta la fecha ha defendido la reelección del mandatario pese a las denuncias de fraude electoral por parte de la oposición, no ha sido confirmada ni desmentida por fuentes oficiales.
Lo que sí parece indudable, es que con su defensa de Mashai, el ataque a Moslehi y su boicot durante nueve días, Ahmadineyad ha roto la baraja y se ha enfrentado a la poderosa casta clerical. El domingo, en un intento por atajar una disputa que según los grupos conservadores "solo favorece a los enemigos", Moslehi y Ahmadineyad aparecieron en la televisión estatal sentados a una misma mesa en el Consejo de Ministros.
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