Londres
Françoise Hardy: «Me avergüenzo de mis canciones sesenteras»
La musa yé-yé publica «La pluie sans parapluie»
Hace casi 50 años que arrastra los mismos adjetivos: discreta y elegante. Melancólica y pesimista. Sin embargo, sorprende descubrir a una Hardy con un extraordinario sentido del humor. El ídolo yé-yé, musa de Courrèges y Rabanne, es aún la gran dama de la canción francesa. Acaba de aparecer, pero la fortuna ya sonríe a «La pluie sans parapluie», su álbum número 26.-¡Qué ingrato es andar bajo la lluvia y por la vida sin paraguas!-Sí... Aunque el texto de la canción no es mío. Yo sólo he retocado un poco la letra, pero el título es de su autora, una artista alemana que se llama Fouxi. Evoca la soledad y la falta de protección, algo que me caracteriza bastante bien.-El álbum respira aires de los 70, baladas, pero también rock... En fin, lo suyo no es el «disco-concepto».-En absoluto. Creo que sólo lo he hecho una o dos veces en mi vida. Lo único que me interesa es que haya el mayor número posible de buenas canciones. Como hace tiempo que no compongo mis melodías, dependo completamente de lo que otros me aportan.-Sorprende su colaboración con Calogero, una figura de la escena francesa cuyo estilo dista del suyo.-Fue él quien me hizo llegar una composición –«Noir sur blanc»– y me sorprendió mucho, puesto que jamás se me hubiera pasado por la cabeza pedirle una canción. Pero más me extrañó que no se la hubiera quedado para él, ya que es muy buena. Como la de Jean-Louis Murat, «Memory divine», que añadí en el último momento. -Con sólo 24 años renunció a la escena. Es de imaginar que no hará una excepción con este disco…-¿A esta venerable edad? Sólo de pensarlo me da risa, ya estoy más cerca de los 70 que de los 60, aunque en mi cabeza sigo teniendo 35 o 40. Para mí es inimaginable volver a un escenario a la edad a la que otros se están despidiendo.-¿Algún secreto para seguir en lo más alto cuando todo se consume rápido y el éxito es efímero?-No hay más fórmula ni secreto que ser muy exigente a nivel melódico. Hoy hay muchos cantantes que no saben distinguir entre una melodía inspirada y otra fabricada. Después, hay que saber parar y darse un respiro, no querer encadenar un disco tras otro. Benjamin Biolay, a quien aprecio mucho, es el ejemplo perfecto de lo que no hay que hacer, con tanto disco seguido. -¿Con el tiempo se pierden los miedos ante un estreno?-Mi único miedo es hacer un trabajo del que no quede globalmente satisfecha. Después, que funcione o no es ajeno a uno y no siempre se trata de una cuestión de calidad.-Hace años firmó un dúo con Julio Iglesias, ¿renovaría la experiencia con artistas españoles?-Conozco poco la música que se hace en España. De Julio Iglesias recuerdo su exquisitez, su humor y la cortesía con la que me trató, a la que los señores no me han tenido acostumbrada en Francia (risas).-¿Es cierto que si pudiera borraría del mapa su época yé-yé?-Sí. Me encantaría que desaparecieran todas las canciones que grabé en Francia en los 60. Me avergüenzan. Suenan mal, los arreglos no son buenos y yo tampoco canto bien, salvo en algunos casos. No empecé a sentirme orgullosa de mi trabajo hasta que grabé en Londres.
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