La Paz
Un Domingo de Ramos con sol y «setas»
El calor fue el protagonista de una jornada sin apenas retrasos y con mucho público.
SEVILLA- Ninguna Semana Santa es igual. Las ilusiones se renuevan, las miradas cambian y la ciudad se modifica. Muchos esperaban ver el resultado de la extraña combinación entre el Metropol Parasol y el cortejo de nazarenos de una cofradía. Pero, como casi siempre en su secular historia, las hermandades se adaptaron al nuevo entramado urbanístico generado en la Encarnación. El de ayer fue un Domingo de Ramos caluroso, multitudinario en las horas centrales de la jornada –no tanto en las salidas y entradas de las cofradías– y medido al detalle en la Carrera Oficial.
El de La Cena fue el primer cortejo que atravesó las «setas» de Jürgen Mayer. A pesar de las medidas mastodónticas del paso de misterio, éste quedó empequeñecido por la gran altura de los parasoles. Pero nada más, no hubo un choque estético de consecuencias astronómicas, como algunos agoreros vaticinaban. Lo importante estaba en la calle y sobre el paso del Señor, que llevó por primera vez unos candelabros de guardabrisas dorados y no los habituales faroles. La zona acotada de sillas en este punto apenas estaba ocupada, así que la iniciativa del Ayuntamiento no tuvo demasiado éxito. Sí tuvieron más animación las de la Puerta de Jerez y la calle Reyes Católicos, aunque la ocupación dependerá de las cofradías que pasen por estos puntos cada día. Sin embargo, sí hubo mucho público en las escaleras del Metropol Parasol al paso de la hermandad de Los Terceros y San Roque.
Antes, en el Porvenir, La Paz inauguró la jornada con sus interminables hileras de nazarenos blancos. Mucha bulla delante del paso de Nuestro Padre Jesús de la Victoria, sin mantolín y con túnica burdeos. El palio, con un original exorno floral, dejó el barrio muy rápido para llegar al parque de María Luisa con unos minutos de adelanto. La Plaza de España volvió a ser el marco característico de esta cofradía, con nuevos brillos tras su restauración.
El calor caía inmisericordemente sobre la ciudad cuando los nazarenos negros de Molviedro buscaban la Campana. Apenas se cabía en la recoleta plaza, que asistió al milagro de la salida del misterio de Jesús Despojado. Será el año que viene cuando este paso recupere su imagen primigenia, totalmente dorado. La agrupación musical Virgen de los Reyes llegó a la capilla a ritmo de ordinario tocando «Sevilla tiene un color especial». Efectivamente, la ciudad tenía un color especial, pero no era el momento más idóneo para tocar esta adaptación.
Al alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, le dio tiempo a llegar a San Julián. El sábado estuvo con el Cajasol en la ciudad italiana de Treviso y ayer presidió por última vez el palio de la Virgen de la Hiniesta. Era su despedida antes de las elecciones municipales del próximo 22 de mayo. A su lado, el portavoz municipal del PP, Juan Ignacio Zoido. Cruces de miradas entre el público, los nazarenos y los representantes del Ayuntamiento, con las miras puestas también las urnas.
La de ayer fue la primera salida de La Hiniesta tras la muerte del capataz Rafael Ariza. Su nieto Ramón Ariza, con tan sólo siete años, puso los vellos de punta en la Campana al llamar al paso del Cristo de la Buena Muerte. La histórica saga tiene asegurada su continuidad.
La calle Recaredo hervía y el pregonero, Fernando Cano, llamaba al palio de la Virgen de Gracia y Esperanza. Cuando buscaba el centro, La Estrella cruzaba el puente de Triana con velas rizadas, tal y como salió el pasado mes de junio y como la conocieron los hermanos más antiguos. En San Juan de la Palma se cumplieron cien años de «silencio blanco», la asunción de un estilo peculiar en el que impera la sobriedad sin renunciar a la música. El Amor volvió a cerrar el día con su habitual recogimiento y todos miraron al cielo, preocupados por lo que nos deparará hoy el tiempo.
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