Galicia

Madrid capital del románico

Es la pintura de la sencillez, la del pueblo, que ya comprendía mejor el simbolismo de los capiteles y los murales que las complejas oratorias y teologías de los obispos, los nobles y los santos que gobernaban sus destinos.

Imagen del baldaquino de Tost (ca. 1220)
Imagen del baldaquino de Tost (ca. 1220)larazon

No hacía falta que llegaran el siglo XX o el XXI. En la Edad Media, el hombre aprendía, leía, se comunicaba, sentía miedo, esperanza, consuelo o temor con la contemplación de esas imágenes –que, en el fondo, siempre han sido sustitutivas de la palabra escrita– que veían grabadas, esculpidas o delineadas en unas iglesias recogidas, de luz abocinada y bestiarios de animales, héroes y profetas bíblicos.

Arte sintético

«Es una figuración antinaturalista pero que refleja perfectamente lo invisible. Es nítido y se realza mucho el color. Es una síntesis del pasado, ese mundo romano que ha desaparecido, a la vez que está abierto a la sensibilidad del arte musulmán y bizantino. Fueron unos siglos de conflicto, pero también hubo muchos intercambios culturales», comenta Jordi Camps, comisario de la exposición «El esplendor del románico», que exhibe la Fundación Mapfre hasta el próximo 15 de mayo, y que ha traído a Madrid las obras maestras del Museo Nacional del Arte de Cataluña (la fundación precisamente colabora con 900.000 euros en la remodelación de las salas dedicadas al románico del MNAC).

Pinturas, retablos, crucifijos, esculturas, orfebrería... Los visitantes pueden adentrarse en esta sensibilidad, desde sus expresiones en diferentes territorios como Galicia, Castilla o Cataluña. «Atrae la ingenuidad de sus obras. Se identifica con nuestras raíces. Esta exposición, además de exhibir las principales joyas de esta colección del museo, es una tentación por ver la influencia que hay en distintos lugares. Su relación entre ellas, la espiritualidad que respiran. En el fondo, el arte del siglo XX no está tan lejos». Sobresalen, entre las piezas, «La lapidación de San Esteban», un fresco traspasado a lienzo, procedente de San Juan de Boí; la conocida como «Majestat Batlló», de mediados del siglo XII, una impresionante talla policromada que proviene de una iglesia de la comarca de la Garrocha; un «Grifo», que estuvo originalmente en el monasterio de Arlanza; las «Pinturas de Ager: apóstoles Tadeo y Santiago»; o, también «los apóstoles de Orcau», de la primera mitad del siglo XII. «Uno de nuestros objetivos era que el público apreciara la relación que existe entre la escultura, las piezas murales y la arquitectura».


Medieval en 3D
Nada escapa a la tecnología. Ni el arte más alejado de nuestros días. El público que visite la exposición «El esplendor del románico» podrá ver a través de una pantalla, y en 3D, una reproducción virtual de la fachada del monasterio de Ripoll, uno de los más importantes del periodo y ejemplo indiscutible del arte románico. No es la única posibilidad de adentrarse en la sensibilidad medieval. Al comienzo del recorrido se puede contemplar una reproducción a tamaño real de las pinturas de un absidiolo de la iglesia de Sant Quirze en Pedret, que se ha realizado de manera especial para esta exposición, una de las pocas que se han dedicado en Madrid a este periodo artístico.


Dónde: Fundación Mapfre. Paseo de Recoletos, 23. Madrid.
Cuándo: Hasta el 15 de mayo.
Cuánto: Gratuita.