Alimentación
La letra pequeña de las dietas
Los regímenes milagro aumentan el riesgo cardiovascular, incrementan el ácido úrico y los triglicéridos y movilizan la grasa en las paredes arteriales
Fallas y pólvora. Madrugar y café. Verano y puesta a punto. Hay cosas que no se entienden sin su complemento. Pero esta indisolubilidad no implica necesariamente bondad. El servicio de Nutrición y Dietética del hospital de La Ribera advierte del peligro para la salud que pueden suponer algunas de las dietas de moda para perder peso de cara al estío.Según la jefa de este servicio, Pilar Luna, como todos los años en esta época muchas personas se lanzan a la realización de regímenes poco o nada equilibrados, cuya finalidad es conseguir reducir peso en un corto espacio de tiempo, arriesgando con ello su propia salud.
Lo cierto es que una buena parte de la población afronta el reto de acudir a una dieta. En este sentido, podrían distinguirse cuatro tipos de dietas que suelen realizarse por estas fechas. En primer lugar, las dietas de ayuno, que bajo nombres diversos como «Dieta de los astronautas», «Dieta del mango» o «Dieta del sirope», dicen ser muy bajas en calorías y obligan al organismo a realizar una movilización elevada de grasas de reserva, con el consiguiente peligro de que se depositen en las arterias, aumentando, de esta forma el riesgo vascular.
En segundo lugar, se encuentran las dietas disociadas, que son aquellas en las que no se mantiene la presencia de todos los grupos de alimentos (por ejemplo, evita la combinación de los carbohidratos con las proteínas), lo que produce balances desequilibrados y falta de nutrientes. «Con diferentes nombres de supuestos expertos, estas dietas cuentan con un amplio seguimiento en foros de internet y pueden llegar a producir efectos adversos como la elevación del ácido úrico o el aumento del colesterol o los triglicéridos».
En tercer lugar, se encontrarían las «dietas verdes», que son aquellas basadas en productos sin gluten, con espelta (especie común de trigo), con kamut (harina de trigo) o recomendadas para alergias alimentarias no probadas, con exclusión de la mayoría de los grupos de alimentos que, además de pérdida de peso, producen un desequilibrio nutricional que no se puede mantener a largo plazo. Por último, se encontrarían aquellas dietas en las que se recurre a suplementos dietéticos o farmacéuticos, «con un elevado coste económico y un efecto poco probado». Ninguna de ellas, insiste, son recomendables.
La alternativa del sentido común y el ejercicio
Perder peso de manera sencilla y permanente, evitando el efecto yo-yo, es relativamente sencillo si se cambian los hábitos de alimentación. «Comer de todo, con cenas ligeras, pocos fiambres y embutidos y disminuir la bollería, la pastelería, los refrescos comerciales azucarados y el alcohol, mejoran no sólo el peso, sino también la salud». Es importante, realizar cinco comidas al día. Así, desde el servicio de Nutrición y Dietética del hospital La Ribera se recuerda que la base de una alimentación saludable debe estar proporcionada por los alimentos que pertenecen al grupo de los hidratos de carbono de absorción lenta, como el pan (entre 100-200 gramos/día), la pasta, el arroz y las legumbres (50-75 gramos/día).
Por lo que se refiere a otros grupos de alimentos, recomienda que la cantidad de verduras que se consuma sea de 200 gramos/día, como mínimo, mientras que la cantidad de alimentos que proporcionan proteínas de origen animal (carne, huevos, pescado) sea de 100-200 gramos diarios. La cantidad de lácteos deberá ser de tres raciones diarias a elegir entre 200 centilitros de leche (un vaso), dos yogures o 40 gramos de queso seco o 60 gramos de queso fresco. Asimismo, se recomienda tomar de tres a cinco raciones de alimentos frescos, pudiendo elegir entre 100 centilitros de zumo, 200 gramos de ensalada o 75 gramos de fruta. «Tan efectivo como la dieta es aumentar la actividad física, caminando una hora todos los días y dos horas cada vez que se realice un extra en la comida», explica la doctora Luna, quien añade que «la salud global es lo importante, por lo que hay que plantearse una pérdida lenta y progresiva de peso».
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