Pacientes

«En el cáncer el espíritu de superación mejora el pronóstico»

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Transmite a sus pacientes el calor humano que tantas veces falta en su profesión. Este oncólogo vive su trabajo con intensidad, siempre pensando en el paciente y entendiendo la oncología «como una forma de vida». José Federico González se licenció en Medicina y Cirugía por la Universidad de Oviedo y obtuvo el Doctorado en Medicina y Cirugía por la Unesco y la Universidad de Navarra. Antes de aterrizar en el Hospital Quirón de Madrid, trabajó en EE UU, en el Presbiterian Hospital de la Universidad de Pittsburgh.

- ¿Cómo comunica la noticia de que alguien tiene cáncer?
- Se debe dar con serenidad. Lo principal es dar información veraz, sin ocultismo, además de que ésta sea proporcionada, en función del cáncer y las características del tratamiento y, por supuesto, esperanzadora.

- ¿Cómo debe predisponerse a un paciente a un largo tratamiento con riesgo de no resultar todo lo efectivo que se piense en principio?
- Básicamente hay que distinguir dos situaciones. La primera, en la que el paciente tiene que saber que recuperará su vida tras el tratamiento. Y la segunda, la que nos atañe, en la que puede que no haya curación y la terapia se alargue en el tiempo. Entonces, se debe contar con la familia y el entorno más próximo del paciente. Hay que saber que hay muchas formas de abordaje y lo más importante es que integre el cáncer en su vida cotidiana, sabiendo que siempre quedan opciones terapéuticas.

- ¿Qué tipos de terapias dañan más el ánimo de los pacientes?
- No son tanto éstas, sino la actitud derrotista y negativista, e incluso de distanciamiento del profesional que le atiende. Un oncólogo debe encarnar a alguien cercano y próximo al enfermo que esté con él en todo momento.

- ¿Cómo influye éste en la efectividad de las mismas?
- Existen factores pronósticos, como el psicológico, que influyen. En la literatura científica ya hay estudios que demuestran que un estado depresivo favorece las posibilidades de tener un peor pronóstico y las probabilidades de curación. La ausencia de espíritu de superación provoca una menor supervivencia.

- ¿Ya se puede hablar del cáncer como enfermedad crónica?
- Sólo de forma particular en unos pocos casos, y no de forma general. En el cáncer más de 50 por ciento de los enfermos se cura, otros pasan a la dinámica de sufrirla de forma crónica y los que tienen peor suerte, tendrán una supervivencia más corta.

- ¿Cuáles son los tumores con peor pronóstico?
- Sobre todo aquellos que se detectan en el estado más avanzado, tienen una localización difícil (no es lo mismo un sarcoma óseo en la pierna que en la columna), los que tienen unas características moleculares que los vuelven más agresivos.

- ¿Hasta qué punto se emplean en una consulta normal la genética y los marcadores moleculares para seleccionar tratamientos?
- De forma rutinaria, sí. Por un lado está el asesoramiento genético, en el que se evalúa la existencia de que el tumor pertenezca a un proceso de cáncer familiar en el que hay que contemplar los factores de riesgo y realizar los estudios pertinentes sobre los antecedentes. Por otro lado, los marcadores moleculares cada día son más importantes, y son más de 500. Hoy día nos determinan el tratamiento más efectivo en algunos tipos de tumores. En la práctica clínica, si se halla en una paciente el HER2 positivo en cáncer de mama, sabemos qué funciona. Lo mismo ocurre a la hora de administrar determinados anticuerpos monoclonales si en el tumor se expresa el gen KRAS, en el caso del tumor de colon. El conocimiento diario de los mismos es importante a la hora de administrar una u otra terapia.

- ¿Cuáles han sido las «armas» que han revolucionado el abordaje en la clínica?
- Serían dos: los estudios de imagen (no sólo en oncología y la biología molecular). Este siglo podría denominarse el «siglo del diagnóstico», ya que los estudios de imagen han aportado grandes conocimientos al profesional del siglo XXI: está el PET, el TAC, la resonancia magnética. Además del desembarco de la biología molecular, que ha cambiado el modelo basado en el empirismo y lo ha sustituido por uno más racional. Los fenómenos moleculares nos ayudan a precisar no sólo el tratamiento, sino el pronóstico de la enfermedad y predecir las posibilidades.

- ¿Cuánto tarda en llegar un medicamento nuevo al paciente si está dando resultados asombrosos en un estudio? ¿Se puede alegar el uso compasivo en fase III?
- Demasiado. Hay muchos trámites en los que el fármaco pasa una serie de controles. En muchas ocasiones no se mira tanto la conveniencia de la prescripción de un medicamento por razones económicas y políticas. El uso compasivo entendido como una administración por razones humanitarias de un fármaco en fase III no resulta posible.

- ¿Qué necesita hoy en día la oncología para avanzar?

- Yo creo que precisa la suma de muchos esfuerzos, de la sociedad, de las administraciones públicas, de las instituciones... pero sobre todo profesionales que entiendan que la oncología es una manera de vivir.