Crisis bancaria
Cumplir los acuerdos
Mariano Rajoy tiene razón al exigir el cumplimiento de los acuerdos a los que llegó el Consejo Europeo en junio pasado porque de lo contrario se pone en peligro la viabilidad del euro y la recuperación de la economía española. En el complejo tablero de la UE se está jugando estos días una partida a varias bandas en la que se deciden aspectos sustanciales para España y sus perspectivas económicas. No sólo están en liza un hipotético «rescate» o nuevos reajustes fiscales. El campo de batalla es más amplio y cualquier movimiento en falso puede resultar fatal para nuestros intereses. De ahí que Rajoy marque los tiempos y sopese con frialdad las mejores opciones. La evolución de los acontecimientos parece darle la razón. La caída de la prima de riesgo por debajo de los 400 puntos, el alza de la Bolsa y los buenos resultados en la colocación de deuda han contribuido a relajar la presión sobre el Gobierno para que active cuanto antes los mecanismos de ayuda financiera. Pero no conviene llamarse a engaño: al menor síntoma de indefinición de la UE los mercados volverán a recalentarse y a sembrar la alarma. Por eso es tan necesario que el Consejo Europeo de hoy aplique los acuerdos tomados hace cinco meses. Entre esos acuerdos destacan la unión bancaria, la operativa del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), el memorándum para la activación del crédito preventivo y las condiciones concretas que se exigirán para la recapitalización bancaria. Sobre este último punto, clave para los bancos españoles en dificultades, lo que se dirime es si la recapitalización se hará de forma directa a los bancos y con efecto retroactivo, o si será el Estado el que asuma el riesgo, lo cual elevaría la deuda soberana y debilitaría la solvencia del país. En el envite España se juega una carga no menor a 60.000 millones de euros. Ésta es la razón por la que urge acelerar la unidad del control bancario bajo la mirada del BCE, de modo que las cuitas de las entidades financieras no dañen a los Estados. No menos complejo resulta resolver el sudoku de un hipotético «rescate» o línea de crédito preventivo, de la que hay tres modalidades con diferentes condiciones. Conectados a ella están el aún no definido modus operandi del MEDE y la «manguera antiincendios» del BCE que Draghi instaló en verano pero que todavía no tiene instrucciones de uso. Para complicar aún más el escenario, Merkel rechaza la política de parches y aboga por emplear una misma fórmula de respaldo financiero para España e Italia, de menor desgaste político que ir apagando los fuegos sucesivos del sur europeo. Remata esta abigarrada escena la pugna para una nueva relajación del objetivo de déficit, que permitiría al Gobierno graduar los ajustes y darle cierto oxígeno a las autonomías. Así está entablada la batalla, ante la cual el Gobierno mantiene firme el pulso y fría la sangre.
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